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  • El Uniandino

El impacto de la ropa de segunda mano

Actualizado: 22 sept 2020



Instagram ha estado lleno de páginas de venta de ropa de segunda mano los últimos meses. Es común que las descripciones de los perfiles de estas tiendas tengan frases como: “por una moda más sostenible” y “no al fast fashion”. Este tipo de discurso en torno al consumo responsable de moda, manejado por gran parte de estas tiendas, no es un fenómeno aislado. Al contrario, ha habido una discusión más amplia en redes en torno a este tema en los últimos años. En parte, fue la popularización de este debate lo que sembró una preocupación en muchas personas por la contaminación del medio ambiente y las injusticias sociales que se dan en la industria de la moda. Y esta preocupación es justificada, ya que casi ⅗ de la ropa termina en incineradores o en vertederos un año después de ser producidas; entre el 5 y el 10 por ciento de los gases de efecto invernadero son emitidos debido a la producción de vestimenta y calzado y la gente que fabrica la ropa que usamos muchas veces gana menos de un centavo de dólar por hora y trabaja más de 100 horas en lugares con mala calidad de aire y calor extremo. Es más, en Bogotá cada día se generan en promedio 318 toneladas de residuos textiles y la industria de moda en Colombia genera 17.5 millones de metros cúbicos de aguas residuales, de los cuales 5.6 millones no son tratados.


Teniendo en cuenta lo anterior, la popularidad de la ropa de segunda está estrechamente ligada al consumo responsable -aunque haya mucha gente que compra este tipo de ropa porque puede encontrar piezas únicas o ropa vintage o incluso por ahorrar dinero-. Sin embargo, como consumidores y como ciudadanos tenemos la responsabilidad de cuestionarnos este discurso acerca de la ropa de segunda mano. ¿Qué tanto impacto podemos tener como individuos si estamos inmersos en un sistema que no sólo promueve sino que premia el consumo de ropa nueva en grandes cantidades? Si se tienen en cuenta las estadísticas que expuse anteriormente, probablemente no vayamos a generar un impacto significativo como individuos cambiando nuestros hábitos de consumo de moda. Sin embargo, vale la pena analizar las tensiones, complejidades y matices que hay en el acto de consumir ropa de segunda mano, como lo haré a continuación.


¿Ropa usada y sostenible como herramientas para el cambio?

En general, la mayoría del discurso que apoya el consumo de ropa de segunda mano presupone que el consumidor es el que tiene el poder. Hay quienes aseguran que si los consumidores simplemente nos pusiéramos de acuerdo para consumir menos y de forma más responsable, podríamos generar un impacto gigante. Aplicando esto al caso de la ropa usada, estas personas dirían que podríamos bajar la demanda de los artículos de fast fashion -o pronta moda- y promover formas de producción más responsables social y ambientalmente si nos unimos como consumidores. Así, en este discurso, los consumidores aparecen como los principales agentes de cambio.


No obstante, hay varios problemas con este supuesto. En primer lugar, este discurso pone la responsabilidad en el consumidor, quitándosela a quienes son verdaderamente responsables por el problema: en el caso de la moda, las marcas de ropa que tienen prácticas cuestionables. Además, es muy difícil que en un sistema que promueve el consumismo y las prácticas más baratas -y por lo general menos responsables- a la hora de producir, la mayoría de las personas puedan o quieran cambiar sus hábitos de consumo. Por esto, es muy difícil que todas las personas se unan como consumidoras debido a que tienen necesidades, historias y objetivos distintos que pueden impedirles consumir de forma responsable. Por ejemplo, aunque la ropa usada tiende a ser más barata, cada vez más gente está entrando en el negocio de venderla y los precios están subiendo. Esto hace que muchas veces la alternativa más barata para alguien que necesita ropa que esté en buen estado sea una mejor opción recurrir a marcas de pronta moda.


Por otra parte, algo que hace que el consumo responsable sea complicado es que los productores de bienes nos generan el deseo de consumir así no tengamos una necesidad específica. Esto no significa que los consumidores no tengan poder de elección y que estén completamente influenciados por la publicidad que ven, pero los anuncios comerciales sí pueden resultar bastante persuasivos. En el caso del consumo de moda, con todo el flujo de publicidad generandonos el deseo de comprar ropa nueva, la posibilidad de que todos los consumidores empiecen a comprar exclusivamente ropa de segunda mano o hecha de forma sostenible es casi inexistente.


Un punto medio

Sin embargo, en medio de la tensión que describí anteriormente hay otras alternativas. Aunque comprar ropa de segunda en vez de nueva no tenga un impacto tan significativo desde un punto de vista más amplio, no significa que sea algo malo o debamos dejar de hacerlo. Si se quiere detener el impacto negativo de la industria de la moda en el planeta, debe llegarse a un sistema donde sea factible que todos consumamos de manera responsable. Pero, ¿cómo llegar a esto? Un primer paso es concientizarnos acerca de lo que implica nuestro consumo a nivel local y nacional. No obstante, no basta con educarse acerca del tema, como propone Adela Cortina en Quién, qué, por qué consumir, tenemos que crear estilos de vida universalizables en los que todos podamos hacer uso de los bienes de consumo más elementales y felicitantes de forma responsable. Este es un cambio estructural que necesariamente implica rebajar el nivel de consumo de todo el mundo. Es por esto que es importante ser congruente con los hábitos de consumo personales, ya que aunque el cambio a mayor escala no esté determinado por acciones individuales, este sí las implica.


Por consiguiente, si nuestro ideal es una sociedad que no tenga injusticia social ni impactos negativos en el medio ambiente, es necesario un cambio en nuestra forma de consumir. Como ya lo mencioné, para lograr estos objetivos necesitamos reformar completamente la forma en la que se produce y consume la moda - entre otras cosas- y, por consiguiente, consumir menos y de forma responsable como individuos. Sin embargo, este cambio en los hábitos de consumo no sería un medio para llegar a tener una sociedad más justa y amigable con el medio ambiente. Al contrario, que todos podamos consumir de forma responsable sería un fin en sí mismo, ya que este ideal de sociedad conlleva un cambio en la forma de consumir de todo el mundo. En otras palabras, uno no puede pretender que exista un mundo con un modo de producción idóneo, que no abuse del medio ambiente ni de los trabajadores y a la vez seguir consumiendo como lo hace en este momento. Un modo de producción ideal no puede existir sin el consumo ético y, de la misma forma, la posibilidad de un consumo completamente ético no puede existir sin un cambio en el modo de producción.


Aterrizando todo esto al tema de la ropa de segunda, creo que es muy útil el concepto de consumo co-responsable de Adela Cortina, que parte de la premisa de que una persona sola no puede cambiar las cosas. El consumo co-responsable no significa simplemente unirnos como consumidores para intentar cambiar la forma de producción mediante un cambio en nuestros hábitos de consumo, como insinúa la narrativa que pone toda la responsabilidad de generar cambios en el consumidor. Sin embargo, el consumo co-responsable implica un compromiso con el consumo sostenible de moda, ya que la idea es que todos podamos consumir de igual manera. Además, algo fundamental para el consumo co-responsable es que tenemos que echar mano de asociaciones, instituciones y grupos en el nivel civil y político y así poder lograr un sistema en el que el consumo de moda sea justo, sostenible y liberador. De esta manera, cambiar los hábitos de consumo de moda a un nivel individual y los cambios a un nivel más estructural no solo son compatibles sino que deben ir de la mano.


Referencias

Remy, Nathalie, Eveline Speelman y Steven Swartz. “Style that’s sustainable: A new fast-fashion formula”. McKinsey and Company, https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/style-thats-sustainable-a-new-fast-fashion-formula#


“Measuring Fashion: Environmental Impact of the Global Apparel and Footwear Industries Study”. Quantis, https://quantis-intl.com/report/measuring-fashion-report/


“Slavery and sweatshops”. The World Counts, http://www.theworldcounts.com/counters/modern_day_slavery_facts/sweatshops_conditions


Cortina, Adela. "Quién, qué, por qué consumir." en Consumo luego existo, 4-11.


 

Por: Mariana Ardila Pedraza


Diseño e ilustraciones por: Carla Plotnicoff


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