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  • El Uniandino

¿Y qué pasó con el buen periodismo de Semana?

Juan Camilo Monsalve es estudiante de Derecho de la Universidad de los Andes. Aquí su columna "¿Y qué pasó con el buen periodismo de Semana?" Para contestar la columna envíe su propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.


Hace pocos días tomé una decisión, insignificante en esencia, de dejar de seguir en redes sociales a Revista Semana. ¿Qué tiene de importante que una persona como yo, del común, con una influencia nula, deje de seguir a uno de los medios más poderosos y prestigiosos del país? Pues en realidad, ninguna. Sin embargo, aunque suene a cuento de curso motivacional, “unidos somos más fuertes”. Entonces, inspirado por esta actitud insignificante, quise compartirles mis razones y, quizás, al menos dejarles una idea por ahí dando vueltas.


Cuando le pregunté a varias personas cercanas qué sabían sobre los escándalos de Semana de los últimos meses, la mayoría no conocía los detalles más allá del titular y tampoco les importaba mucho. Por eso, comenzaré con un breve recuento histórico de qué es lo que está pasando y por qué debería al menos inquietarnos.



Revista Semana ha sido uno de los medios más influyentes en las últimas décadas del país. Fue protagonista de los grandes momentos del periodismo investigativo colombiano, siempre indispensable para nuestra “democracia”. Por dar unos cuantos ejemplos, Revista Semana fue el primer medio en explicar el origen y funcionamiento del paramilitarismo, allá en 1989. También, reveló las famosísimas grabaciones que dieron pie al Proceso 8000 (que de proceso sólo tuvo el nombre), entre muchas otras investigaciones de suma importancia. Ahora bien, hace ya dos años que Semana viene figurando en el panorama nacional, no solo por sus aportes al periodismo colombiano, si no por sus escándalos internos, cambios en la nómina, renuncias y demás.


Todo comienza en enero de 2019, cuando el Grupo Gilinski (que encabeza Jaime Gilinski el segundo hombre más rico del país) compró el 50% de las acciones del Grupo Semana. Pero bueno, esto en sí mismo no nos decía nada. Desde los nuevos accionistas se aseguró la independencia editorial de la Revista, que seguiría bajo la dirección de Alejandro Santos. Más allá de lo que podamos pensar de la venta de Semana, lo cierto es que el mercado de los medios es sumamente competitivo, lo que obliga a estar en un constante estado de innovación y actualización. Los recursos que ingresaron a Semana iban de la mano con un plan de nuevos proyectos digitales como Semana en Vivo y Semana TV. Todo iba muy bien hasta que sonó la primera campanada. No sé si recordarán ustedes cuando en 2019 salió una noticia que denunciaba el “regreso” de los falsos positivos a Colombia. Este fue un artículo publicado por The New York Times, los gringos siempre al rescate, que denunciaba una serie de directrices internas en el ejército, provenientes de la cúpula, que podían convertirse en incentivos perversos y degenerarse en falsos positivos. El periodista que cubrió la noticia fue Nicholas Casey, quien recibió el paquete básico de difamación por cuestionar a las Fuerzas Armadas: petrista, guerrillero, etc. Todo se volvió aún más escandaloso cuando el periodista Daniel Coronell, en su columna dominical de Semana, decidió denunciar de frente el hecho de que Semana contaba con esta información hace meses y había decidido no publicarla. En fin, a Coronell lo despidieron y con él se fue Daniel Samper (otro columnista).


Pero lo mejor estaba por venir. Con los Gilinski comenzó a tomar especial protagonismo la periodista Vicky Dávila, quien poco después sería nombrada Directora de Revista Semana. Esta decisión no fue aceptada por la mayoría de los pesos pesados de la revista que decidieron renunciar. ¿Por qué esta decisión caprichosa? Pues ni tan caprichosa fue. El panorama era claro, con Dávila el futuro de la línea editorial independiente de la revista comenzó a tambalear. Si en algún momento los directivos pudieron frenar las ansias de Gabriel Gilinski de convertir a Semana en un Fox News criollo, ya con Dávila al mando el obstáculo desaparecía.


De ahí en adelante ha sido lo que todos ya conocemos. Una historia de renuncias masivas y profundas reformas internas en Semana. Ahora, ustedes podrán decir, ¿qué tiene de malo que haya un medio en Colombia pro-gobierno, sabiendo que hay otros que se encargan de hacerle fuerte oposición? Para poder responder, tenemos que preguntarnos inevitablemente ¿se pueden relacionar los medios y el poder? La respuesta ideal sería no. Los medios deben resistir la tentación del poder, bien sea económico, político o en cualquiera de sus formas. Los medios no están para rendirle pleitesía al gobierno de turno. Si bien están para destacar sus logros, ya el Gobierno cuenta con su Alta Consejería de Comunicaciones y tremendo presupuesto de publicidad. Más importante es criticar de forma constructiva, investigar y destapar tanto embrollo que rodea al poder colombiano.


Ahora sí, luego de todo este cuento ¿por qué deberíamos dejar de seguir y apoyar a Semana? Probablemente el que es fanático del Gobierno está encantado con Semana, pero más allá de una posición política debemos ser críticos con el tipo de periodismo que hacen. Como todos sabemos, nuestro querido y desafortunado presidente cometió el error de dejarse ganar por las emociones y conjugar erradamente el verbo “querer” en pleno sepelio ministerial. Un error humano, que le puede pasar a cualquiera y del cual nos podemos reír. ¿Qué sería de la vida sin reírnos un poco? Algunos, a mi modo de ver, inteligentemente aprovecharon este hecho como una mina de marketing. Entre ellos, KFC (el de los pollos fritos) decidió sacar un comercial utilizando la icónica frase del presidente “así lo querí”. Semana, como buen defensor de los pobres y desaventajados, publicó un video donde en esencia le exigía a KFC respeto al Presidente. ¿Son estas las noticias que valen la pena? ¿Este periodismo de hashtags, de tendencias y de amarillismo es el que deberíamos apoyar? Yo creo que no. Semana se olvidó de las investigaciones y de incomodar al poder para publicar este tipo de noticias. Nosotros como lectores tenemos la posibilidad de no patrocinar periodismos mediocres. Apoyemos a los medios independientes, suscríbanse, que su labor para nuestra país es elemental. No piensen que por muy pequeñas e insignificantes que puedan ser nuestras decisiones, pueden tener un impacto colectivo.


 

Por: Juan Camilo Monsalve. Estudiante de Derecho en la Universidad de los Andes.


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