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  • El Uniandino

“No es cierto que tengamos que escoger entre los que han gobernado toda la vida y el petrismo"

¡Se acercan las elecciones para elegir al próximo alcalde de Bogotá! En El Uniandino creemos que la información y el debate son condiciones esenciales para el ejercicio democrático. Por eso hicimos un especial en el cual entrevistamos a varios de los candidatos (sí, todos son hombres) para saber cómo piensan y qué planes tienen para la capital.


 


Jorge Enrique Robledo es una vieja cara conocida de la política nacional. Fue senador por 20 años seguidos y se caracterizó por la lucha contra la corrupción y su oposición al gobierno de turno, algo que no ha cambiado con la llegada de quien fuera su copartidario Gustavo Petro al poder. Salió del Senado buscando la presidencia de la república en 2022. Pero eso fue un intento fallido donde su candidatura, y la de la Coalición Centro Esperanza a la que apoyó, se quemaron dejando cenizas difíciles de avivar en un centro político fragmentado.


A pesar de haberlo negado en enero, ahora vuelve a lanzarse al ruedo de la política electoral. Será el candidato a la Alcaldía Mayor de Bogotá por el partido Dignidad y Compromiso, fruto de su alianza con Sergio Fajardo.


Su candidatura emerge en una contienda que, por ahora, no se inclina a su favor. Los candidatos que puntean en muchas de las encuestas hasta ahora son: Gustavo Bolivar, Carlos Fernando Galán y Juan Daniel Oviedo. Robledo se mantiene lejos de ellos, pues la encuesta de Invamer para julio de 2023 le da tan solo el 4% de la intención de voto.


El Uniandino entrevistó a Robledo sobre su aspiración. Le preguntamos por sus propuestas en temas coyunturales cruciales para la juventud y el estudiantado, su rivalidad con el gobierno nacional y sus posibilidades en la contienda.


Diego Quintero: El 24 de julio usted publicó una carta dirigida a Claudia López y a Gustavo Petro para insistir en la idea de que el metro, en lo posible, sea subterráneo. Usted ha dicho que construiría el metro que esté contratado el 1 de enero cuando se posesiona el alcalde ¿qué pasa si el 1 de enero seguimos en veremos y aún no se ha definido si se puede reformular el contrato?

Jorge Enrique Robledo: No estaríamos en veremos porque de momento hay un contrato firmado, que es el que Petro está pidiendo que se modifique. Pero él no le ha pedido el concepto al Consejo de Estado, que es quien debe dar un concepto para determinar si eso es legalmente viable o no.


Yo lo que quiero es dos cosas. Primero dejar claro que mi posición es a favor de los metros subterráneos y que aquí se cometieron un montón de errores por Gustavo Petro, cuando fue alcalde, y después con Peñalosa. Pero que yo, si soy el alcalde, tendré que construir el metro que esté acordado. Yo quisiera que lo que haya para aclararse se aclare en este momento. Es así de simple.


Finalmente la decisión la tienen que tomar ellos que son los que están involucrados. Pero sí quiero dejar la constancia, yo soy arquitecto y este es un tema que estoy debatiendo hace muchos años. Sí quiero que quede claro que si el día de mañana yo tengo que construir ese metro, lo construyo. No porque sea mi gusto, sino porque las circunstancias me lo imponen. Ahora, yo soy arquitecto y he sido toda mi vida profesor universitario, yo no quiero pasar a la historia como el que promovió la creación de un metro elevado en Bogotá. Puede ser una especie de asunto de tipo académico, pero finalmente para mí esas cosas son importantes.

D.Q.: Candidato, entonces ¿bajo ningún caso, si el metro que está contratado el 1 de enero es el elevado, usted haría algo para que se pase a subterráneo?


J.E.R.: No, eso ya es un asunto de ellos. Las cosas van pasando y llega un momento en que eso ya no tiene sentido.


Lo que quiero dejar claro es que construiré un metro que a mí no me gusta, porque esa técnica no es un problema político. Es antitécnico para una zona como esa pasar un metro elevado. Metros elevados puede haber, pero si usted mira en el mundo, usted no consigue metros elevados en ninguna zona fundamental de una ciudad: en Manhattan los quitaron, en los Campos Elíseos no hay un metro de esos. Pero esto también tiene que ver con que la semana pasada Juan Daniel Oviedo, uno de los candidatos a la alcaldía, manda desde París un trino, equivocado a mi juicio, justificando el metro elevado de aquí porque en París, en algunas zonas secundarias de la ciudad, hay algún metro elevado. En parte el disparador de esto es ese. Pues porque si ese va a ser tema de debate, pues hagámoslo bien desde el principio.


D.Q.: En temas de movilidad su propuesta es crear la red de metro de Bogotá ¿en qué se diferencia eso de construir y contratar línea por línea? Cuando usted dice: "vamos a crear un proyecto para que se consolide la red de metro de Bogotá" ¿Eso significa que se van a empezar a construir varias líneas al mismo tiempo o qué significa exactamente?


J.E.R.: Hay que mirar los antecedentes de esto. Bogotá es de las pocas ciudades del mundo con, si mucho otras dos de este tamaño, que no tiene metro. Aquí hay una equivocación garrafal desde hace muchísimos años. Antes del 2008 ningún alcalde de Bogotá intentó construir una línea de metro. Eso le correspondió hacerlo al Polo. Yo estaba en el Polo en esos días y respaldamos la idea del metro subterráneo. ¿Cuál es la historia de esto –que es una historia espantosa que tiene que ver con controversias políticas–? Terminado ese Gobierno de Samuel Moreno que tuvo problemas gravísimos, todos lo sabemos, pero en lo que tiene que ver con el metro entregamos un metro adelantado 4 años. Llega Gustavo Petro a la alcaldía en 2012 y en vez de continuar con el metro elevado, que era lo obvio, se dedicó a sabotearlo e inventarse que era mejor un tranvía por la séptima que el metro subterráneo. Inclusive fue capaz de decir que un tranvía era un metro ligero, absolutamente absurdo técnicamente hablando.


Petro intentó trasladar al tranvía 800 mil millones de pesos que habían quedado aprobados en el Concejo para seguir con los estudios del metro. No pudo, pero lo intentó. Después paralizó el proyecto porque le pareció que la línea que había para construir era muy corta. Y cuando por fin corrigió e intentó seguir con el metro subterráneo, que es lo que ha debido hacer desde el principio, habían pasado casi 2 años. Petro no pudo dejar contratado el metro y llega Peñalosa y, en vez de seguir con el metro, vota a la basura 8 años de dos alcaldías e impone ese metro elevado de manera irresponsable.


Entonces a mí me interesa dejar clara la historia de este asunto porque aquí hay responsabilidades políticas que asumir. Petro ahora pone en discusión que el metro tiene que ser subterráneo, como lavándose las manos de lo que está pasando, pero tampoco agiliza nada. Porque ha debido pedirle el concepto al Consejo de Estado, que es lo que toca hacer y tampoco lo pide. Pero sigue el ruido. Ahí sigue el ruido. Y el Petrismo se presenta como los amigos del metro elevado, pero esta historia es una historia desconocida. Yo lo que quiero es que se clarifiquen las cosas y que los debates sean completamente francos y abiertos con toda la información y que cada quien piense como quiera pensar.


D.Q.: Pero cuando usted dice: “Lo que yo quiero hacer en Bogotá es una red de metro” ¿qué es lo que cambia al panorama actual esa propuesta?

J.E.R.: ¿El tema de la red de metro cuál es? Volvemos un punto que es bien importante. Como los alcaldes de Bogotá han estado tan equivocados, por todo lo que ya he dicho, aquí, por ejemplo, Peñalosa dijo que un transmilenio hacía lo mismo que un metro. Peñalosa en su primera administración ha debido promover el metro y, en vez de promover el metro, tira unos estudios que ya existían para empezar con el transmilenio.


Este es un debate de fondo y aclaro una cosa que es lo principal: una ciudad como Bogotá, si queremos resolver el problema de la movilidad, tiene que tener no una línea de metro, sino una red de metros. Usted mira el mundo desarrollado, ciudades del tamaño de Bogotá tienen no una ni dos líneas sino unas redes de metros. Ahora, eso no se puede hacer en una alcaldía, ni mucho menos.


¿Entonces qué estoy proponiendo? Que Bogotá no se puede seguir gobernando con ese criterio caprichoso del medioevo en el que cada alcalde manda en su año. Aquí tiene que haber proyectos estratégicos de largo plazo acordados en la idea de que cada alcalde va aportando lo suyo. Esto no se puede manejar como si fuera una tienda. Cuando yo hablo de la red de metros, estoy diciendo que yo aspiro a dejar como alcalde de Bogotá hecho un acuerdo nacional ¿para qué? Para una red de metros subterráneos de alto nivel. Así nos echemos 20 o 50 años, eso a mí no me importa.


D.Q.: Un acuerdo nacional ¿qué significa exactamente eso? ¿dejar contratadas varias líneas de metro en un solo periodo?


J.E.R.: No, el acuerdo político de que cada alcalde va a ir haciendo lo que debe hacer. Esto no puede seguir funcionando sobre el capricho de cada alcalde.


D.Q.: Para aclarar: ¿el acuerdo de que cada alcalde debe ir contratando líneas subterráneas?


J.E.R.: Es un acuerdo político de todas las fuerzas vivas de la ciudad ¿para ponernos de acuerdo en qué? en una red de metros.


Ahora ¿cuánto nos vamos a demorar? No sé, muchos años, seguramente. Pero eso tiene que estar en la cabeza y tiene que haber cosas avanzadas. Porque si no se hace ese acuerdo va a suceder que nunca vamos a tener una red de metros. Si Bogotá, repito, no tiene una red de metros no va a poder resolver el problema de la movilidad. Es imposible resolverlo con transmilenio, o con buses, o con automóviles.


D.Q.: Pasando a otro tema, candidato: una de las preocupaciones más importantes para los jóvenes y estudiantes es el derecho a la manifestación. Venimos de varios años de mucha violencia y represión policial en los que las víctimas han sido jóvenes líderes, universitarios e, inclusive, menores de edad. Esa fue una realidad en Bogotá durante el paro nacional. Si usted queda elegido ¿cómo planea abordar un estallido social? ¿habrá cambios en el uso del ESMAD? ¿qué cambia más allá del discurso y del rechazo con el que, me imagino, está de acuerdo?


J.E.R.: La policía es un instrumento del gobierno nacional, del gobierno central. Esa es una cosa que hay que dejar perfectamente establecida. Se puede decir lo que se diga de los alcaldes, pero al final son los gobiernos nacionales los que definen.


Quiero contar esto, que es una cosa de la que se sabe poco: yo empiezo mis luchas políticas no ahora, sino hace más de 50 años. Yo participé en el movimiento estudiantil de 1971, que es uno de los más grandes de la historia. Es ahí donde yo me politizo y entré a esto. Después fui profesor en la Universidad Nacional de Colombia, en la sede Manizales, durante 26 años. Y si usted averigua entre los estudiantes y los profesores, yo participé en todas las movilizaciones de los profesores y siempre fui solidario con las de los estudiantes. Yo fui uno de los dirigentes de las más grandes movilizaciones de la historia cafetera de Colombia, movilizaciones de campesinos, indígenas y empresarios. Hicimos muchos llenos de las plazas de Bolívar de Manizales, de Pereira y de Armenia. Estuvimos en un paro cafetero nacional en 1995. También participamos en un paro nacional con Salvación Agropecuaria en el 2001. Yo soy de las luchas sociales, eso es lo que quiero decir.


Si yo soy alcalde, haré todos los esfuerzos para dar las garantías porque la movilización es un derecho democrático. ¿Que si yo he usado ese derecho? Llevo toda una vida usándolo.


Respaldamos el gran paro de hace dos años. Ahora, siempre he sido enfático en señalar que no comparto el uso de la violencia como manera de tramitar las diferencias entre los colombianos y creo que el Estado debe ofrecer garantías. Pero tampoco acepto en ninguna condición la destrucción de la propiedad pública o privada como una política correcta. Tengo una visión democrática sobre estas cosas.


D.Q.: Pero el vandalismo siempre va a existir, ¿cómo lidiaría con esas formas de manifestación siendo alcalde?


J.E.R.: Tocará mirarlo en detalle en cada caso qué va sucediendo. Pero en todos los casos rechazaré la destrucción de la propiedad pública o privada, invitaré a los manifestantes a que actúen correctamente y llamaré a que la fuerza pública actúe también con criterios democráticos en el trámite de esos reclamos.


D.Q.: Más allá del «llamado a» ¿impulsará algún cambio en la estructura u organización de la fuerza pública?


J.E.R.: Es que ese cambio no lo puede hacer el alcalde de la ciudad. Buena parte de mi lucha política es por cambios nacionales, pero los alcaldes no podemos hacer cambios nacionales porque hay una estructura del Estado. Yo puedo ir hasta donde me lo permita la Constitución y las leyes. En lo que tiene que ver con la con la policía y con la fuerza pública, pues lo que puede hacer un alcalde son cosas limitadísimas. Esa es la verdad de este asunto.


Claro, yo tramitaré ante la fuerza pública y le insistiré en que actúe de acuerdo con la Constitución, las leyes de la república y asuma una actitud democrática frente a los reclamos ciudadanos, no sólo estudiantiles, sino de cualquier tipo. Pero también llamaré a quienes reclamen a que hagamos las cosas de una manera democrática y civilizada.


D.Q.: Siguiendo la línea del tema de la fuerza pública, su propuesta para abordar la inseguridad en Bogotá son más policías. Claudia Lopéz está de acuerdo con eso, ella propone un proyecto para crear una policía local. ¿Están de acuerdo en la forma de llegar al mismo resultado? Si no, ¿cuál es su estrategia para conseguir más uniformados?


J.E.R.: Yo no estoy de acuerdo con que haya policía local. No comparto ese criterio, me parece de altísimo riesgo y de altísimos costos para Bogotá. La plata a Bogotá no le sobra y la policía local es de gravísimos riesgos.


Yo creo que la policía de Bogotá debe ser parte de la policía nacional. Partiendo de eso, mencionaré varias cosas que pienso hacer en temas de seguridad.


La primera es que oigo algunos candidatos que están insistiendo mucho en la importancia de usar tecnología para la lucha contra la inseguridad. Yo por supuesto que estoy de acuerdo también. Mi primer computador es de 1985; cuando nadie tenía esos aparatos en Colombia, yo ya creía en eso. Por supuesto que todo lo que podamos hacer en tecnología lo vamos a hacer, pero también estoy convencido de esto: el número de policías que hay en Bogotá y cómo laboran tiene que ser corregido de muchas maneras.


La ciudad tiene un poco más de 200 policías por cada 100 mil habitantes. América Latina y Colombia tienen un poco más de 300 por cada 100 mil. Eso es una manera aritmética bien simple para afirmar que hay pocos policías en Bogotá. Bogotá debería estar con el promedio de Colombia o, por lo menos, con el promedio latinoamericano, si no es más, porque hay un problema grave de inseguridad. Si usted revisa las cifras, verá que el año pasado ya había problemas de seguridad graves y este año están aumentando.


Si solo se solo tiene esos artilugios de tecnología no será suficiente. Se tiene que aumentar el número de policías de Bogotá. Aumentarlo de 2 maneras: aumentarlo en términos absolutos y en términos relativos. En términos absolutos estamos en 200 y debe haber más. Y en términos relativos usar a los uniformados con eficacia.


Hace unas semanas o unos meses hubo un escándalo en Bogotá porque una casa desocupada de un ex alto funcionario del Estado tenía un turno entero de tres policías cada 24 horas para que le cuidaran la casa desocupada. Eso lo pongo como un ejemplo porque eso no puede ser así. No puede ser que Bogotá esté necesitada de más seguridad y aquí ciertos heliotropos utilizan la policía como no se debe utilizar. Esto es lo que tiene que ver con el aumento del número absoluto y el número relativo.


Pero eso tampoco es suficiente. Hay que hacer esfuerzos por afinar el comportamiento de la policía. A mí mis asistentes en estos temas, entre ellos oficiales en retiro, me insisten en que hay que hacer un esfuerzo grande para que la policía actúe con mayores garantías, pero con mejores actitudes. Si la gente que está ejerciendo cualquier función pública no está bien compenetrada con lo que hay que hacer, y está a gusto haciéndolo, pues no funcionan tampoco como deberían funcionar. En esto el terreno que hay por hacer es muy grande.


Por último, un asunto al que yo le doy mucha importancia. Yo creo que el problema principal de Bogotá es la pobreza, el desempleo y el hambre. Las cifras que tengo sobre eso son escandalosas. Daré una sola: el 32% de los Bogotanos hace menos de 3 comidas al día. Eso se llama hambre y eso refleja desempleo, pobreza, informalidad, indigencia, de todo. En mi alcaldía vamos a hacer un esfuerzo muy grande para promover desarrollos industriales en la ciudad. Vamos a generar con recursos públicos 100 mil nuevos empleos principalmente para jóvenes y mujeres. Esto también tiene que ver con la seguridad, si usted revisa en detalle cómo son los temas de la seguridad en Bogotá, va a encontrar que coinciden mucho con las zonas de mayores problemas sociales de la ciudad. Yo no soy de los que crea, esto es bueno dejarlo claro, que porque alguien es pobre tiene derecho a violar la ley. Eso no lo comparto. Pero uno sí tiene que aceptar que la pobreza es un caldo de cultivo para la ilegalidad y para la inseguridad. Lo que yo estoy planteando es una propuesta muy integral y muy completa en los distintos aspectos en los que tendremos que avanzar.


D.Q.: Saltando a temas de política de drogas, relacionado con el uso de la fuerza pública, ultimamente ha habido alertas, ciertas y falsas, sobre drogas de alto riesgo como el tusi y el fentanilo. ¿Cuál sería la estrategia para enfrentar este tipo de amenazas?


J.E.R.: En lo que tiene que ver con los consumidores la estrategia principal tiene que ser la educación, la persuasión, el tratamiento como un problema de salud pública: una visión democrática de las cosas. Y en lo que tiene que ver con el crimen organizado, la aplicación de la ley. En ese sentido, la policía y los cuerpos de seguridad del Estado tendrán que cumplir con sus funciones.


Una cosa que quiero advertir yo como alcalde de la ciudad: tengo derecho a opinar en la policía sobre las cosas que están sucediendo y que se me consulte para ayudar a que las cosas salgan de la mejor manera. Pero puedo asegurar que no maltrataré a la fuerza pública y, en general a ningún funcionario, en público. Si hay reclamos que hacer y cosas que corregir, se tratan como yo creo que se deben tratar, en privado conversando y dialogando. Es de mi visión democrática de las cosas que se resuelvan así porque se vuelve muy importante que todo el mundo esté lo más satisfecho que podamos cumpliendo sus funciones. Y esas son funciones muy duras y complicadas de ejercer.


Pero entonces retomo diciendo que lo que tiene que ver con salud pública de drogas, salud pública. Lo que tiene que ver con delito, pues con delito. Advirtamos una cosa que me faltaba mencionar: necesitamos que la justicia afine también su funcionamiento. Porque eso es parte de todo el sistema de protección de la ciudad.


D.Q.: Pero entonces, ¿para usted las alertas sobre tusi y fentanilo son amenazas?


J.E.R.: Sí, por supuesto que es un problema gravísimo. Lo del fentanilo es una cosa gravísima que está causando daños inmensos en el mundo entero, y si eso se crece en Colombia, y se puede crecer, pues son problemas gravísimos. Por supuesto hay que enfrentarlos de las dos maneras, como un problema de salud pública y como problema de criminalidad.


D.Q.: Pasando hacia temas de género y mujeres, estamos en una campaña a la alcaldía de Bogotá diferente: una con segunda vuelta, pero también una en la que todos los candidatos son hombres blancos. ¿Cuál es su lectura de esta situación? En un panorama de estos, ¿cómo garantizará la representación y participación política de las mujeres?


J.E.R.: Haremos esfuerzos para que haya el mayor número de mujeres actuando en mi administración. Sobre eso tampoco tengo la menor duda. Esas son posiciones de principios en las que no tengo la menor duda de cómo hay que promover la presencia de las mujeres.


Yo tengo aquí una ventaja. Mi mamá fue una de las primeras personas que yo conocí en Ibagué que trabajó desde muy joven. Sus amigas no trabajaban. Mi madre sí trabajó mucho. Mi hermana fue una de las primeras estudiantes que hubo en la Universidad del Tolima y que terminó la carrera. Es decir, cuando yo ya mayor empecé a conocer esto de las teorías machistas de que las mujeres eran inferiores, pues eso reñía con mi vida porque yo lo que había visto era todo el tiempo una madre y una hermana que eran super pilas y que eran tan despiertas, tan inteligentes y tan capaces como cualquiera de los hombres de la ciudad por decirlo en esos términos. Cuando más tarde me politizo, cuando llego a la universidad, empiezo a entender esto como problema político. Entonces todas las teorías, contra el machismo —y todas las formas de agresión por las diferencias naturales—, contra el racismo, contra todas estas cosas, para mí fueron bastante fáciles de asumir con una visión democrática que siempre he tenido.


Cuenten con que en mi administración todo lo que tenga que ver con garantías a las mujeres, con protegerlas, ayudarlas, respaldarlas, etcétera, no me resulta ajeno de ninguna manera. Pero además, en Dignidad y Compromiso, esto lo tenemos asumido como una posición política. No es tampoco una cosa que sea de sorprender.


Yo ya he anunciado en mi programa de gobierno, y lo planteé como candidato a la presidencia, que mi alcaldía serán cuatro años de una inmensa campaña en el terreno de la cultura contra el machismo, contra el racismo, contra toda forma de violencia, maltrato, discriminación o por diferencias naturales, contra el maltrato a la comunidad LGBTIQ+. A mí no me cabe en la cabeza que alguien pueda ser maltratado porque tiene el color de la piel distinto, porque es mujer o este tipo de cosas. Van a ser cuatro años con recursos públicos del distrito importantes: conferencias, cursillos, libros, afiches, programas de radio y televisión. Todo lo que se pueda hacer. Todo el sistema educativo del distrito trabajando en este terreno. Porque este es un asunto que es más un problema en el mundo del pensamiento, de la cultura. Si uno lo explica y lo explica y lo explica, estamos seguros de que cada vez va a haber gente que asuma menos esas conductas que yo llamo antisociales.


Pero además con un propósito que también lo planteé en la Presidencia: yo aspiro a que resulte ser tan bueno ese programa, y con tantos valores positivos, que se vuelva una costumbre que todos los alcaldes de Bogotá, y todos los presidentes de la República de Colombia, trabajen sobre esto. Porque si esto no se trata en el terreno de la cultura, no hay nada que hacer. Si usted mira frente a la ley, prácticamente todos estos problemas están resueltos y sin embargo, la violencia y los maltratos se siguen ejerciendo de muchas maneras. Ese es un problema del pensamiento y de las ideas de las personas.


D.Q.: ¿Y cuál es su lectura frente a la inexistencia de candidatas a la alcaldía?


J.E.R.: Pues yo quisiera. Por mí fuera, ojalá hubiera más candidaturas de mujeres; cosa que no es fácil por una razón: si para alguien es difícil la política es para las mujeres. La discriminación y el maltrato a las mujeres se expresa en todas las cosas de la vida y en política sí que es bien dura porque el machismo, entre otras cosas, descarga sobre las mujeres todos los deberes que deberían ser compartidos. Entonces, ser dirigente política y además tener uno, dos o tres hijos es un conflicto complicadísimo. Pero bueno, esas son las fallas de la sociedad que no las puede resolver un alcalde por decreto porque son unas limitaciones culturales y económicas que están ahí, que son muy complicadas. Todos sabemos que quienes más sufren los rigores de la pobreza y la falta de ingresos son las mujeres.


D.Q.: El año pasado, la Corte falló a favor de la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 24. ¿Cuáles esfuerzos serían nuevos desde el distrito? ¿Cómo garantizará el aborto legal, seguro y gratuito?


J.E.R.: Yo estoy de acuerdo con esas políticas. Yo tengo sobre eso una visión progresiva al mismo tiempo en que soy muy respetuoso de otros puntos de vista porque estos son temas que son muy difíciles para todo el mundo por razones religiosas, culturales, costumbres, familias, etcétera. Entonces yo tengo una posición que yo considero avanzada y democrática al respecto. Pero también creo que estas cosas hay que tramitarlas de una manera muy comprensiva ¿Para qué? Pues para que las cosas se tramiten democráticamente y permitiendo la evolución del pensamiento.


D.Q.: Candidato, pero exactamente, ¿qué garantías se ofrecerían a las mujeres que quieran abortar y que necesiten hacerlo durante su alcaldía?


J.E.R.: Tendrían todas las garantías que les podamos ofrecer en la alcaldía. No tengo eso visto con nivel de detalle, pero todas las garantías que podamos ofrecer.


La red pública hospitalaria del distrito, que es una red relativamente importante, tendrá que estar al servicio de esa política, porque, además, es una política legal. Entonces, así como se atienden otros problemas de salud, pues ese será uno que tiene que atenderse con todas las garantías. Siempre con una lógica de voluntariedad de quienes aspiren a que ese derecho se les garantice.


D.Q.: Usted ha criticado mucho al gobierno actual. Ha chocado y ha tenido muchas rivalidades con el presidente Petro en temas como, por poner un ejemplo, el subsidio a los combustibles. La relación entre el gobierno central y el distrito es evidentemente crucial, ¿cómo tramitaría su diferencia y desacuerdo con el gobierno?


J.E.R.: Yo llego a la alcaldía a cumplir la Constitución. Las leyes son lo primero que hay. Por eso digo, construiré el metro que esté contratado y en construcción el 1 de enero. Yo no voy a violar la Constitución, me guste o no me guste.


Lo segundo es que yo, además de gobernar de la mejor manera, opinaré sobre asuntos nacionales, locales, o los que sea, por el derecho a opinar. Si mañana van a subir el ACPM en Bogotá, y yo soy el alcalde, seguramente voy a decir que estoy en desacuerdo porque eso va a encarecer la comida de la gente, para poner un solo ejemplo.


Ahora, no comparto la palabra de que eso son combustibles subsidiados. Eso no es cierto. Pues si quieren más adelante lo desarrollamos, pero no es verdad. Eso es un cuento del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que aquí repiten. Pero no es cierto porque a Ecopetrol no le cuesta producir un galón de gasolina o de ACPM lo que vale ese galón en los mercados internacionales.


D.Q.: Y entonces, por ejemplo, frente al desacuerdo en ese tema, ¿qué va a pasar?


J.E.R.: Yo opino. Yo opinaré. La pregunta es sobre si opino. Yo opinaré y el gobierno nacional hará lo que quiera hacer, pero yo opinaré de acuerdo con mi leal saber y entender. Es un derecho que tengo y no voy a renunciar a eso.


D.Q.: ¿Se va a limitar a la opinión entonces frente a desacuerdos grandes como ese?


J.E.R.: Pues esa es la posibilidad de lo que yo puedo hacer: opinar y cada quien opinará.


Y una cosa que se me olvidó plantear y es un olvido lamentable. Es que para aumentar el pie de fuerza la plata la tiene que poner el gobierno nacional. Para que haya más policías en Bogotá necesitamos que el gobierno nacional, que además es entre comillas el propietario de la policía porque es Policía Nacional, nos la aumente para Bogotá con los recursos del gobierno nacional. Ahora, yo opinaré sobre lo que vaya considerando que debo opinar. Ya eso son decisiones que iré tomando en cada momento.


D.Q.: Sobre uno de los temas que usted ha opinado mucho es el Corredor Verde de la Séptima ¿Qué pasaría con ese proyecto si usted es el alcalde?


J.E.R.: Es el mismo caso. Si ese Corredor Verde queda contratado y en firme para el 1 de enero, pues yo tendré que construirlo. ¿Por qué? Porque bueno, eso es lo que dice la Constitución y la ley. Si eso está con todas las definiciones que tienen que tomar y eso ya es una orden legal, pues Jorge Enrique Robledo, como alcalde, tendrá que construir. Lo haré.


Ahora, haré esfuerzos para que unas fallas gravísimas que hay en ese proyecto se subsanen de alguna manera. Pero yo creo que lo mejor para Bogotá sería que ese Corredor Verde no se hiciera. Los buses no caben. No caben literalmente. Para usted poder meter esos BRT, o TransMilenio, por ahí tiene que cancelar una calzada norte-sur entera y eso es un impacto brutal sobre la 11 y la circunvalar. Eso genera todos los problemas del mundo. Yo soy arquitecto y técnicamente no es aconsejable ese proyecto. Pero repito, si yo quedo obligado a construirlo bajo pena de sanción legal, pues me toca construirlo porque ¿qué más hago?


D.Q.: Vamos con algunas preguntas cortas ¿Cuál es la trayectoria que usted cree que lo diferencia en esta carrera por la alcaldía de Bogotá?


J.E.R.: Todas las trayectorias de entrada. Yo estoy en esta lucha social hace 50 años.


Le voy a dar este dato para que vea cómo me distingo: ningún presidente que haya ganado la presidencia de la república la ha ganado con mi voto. Eso marca una diferencia grande. Fui organizador de grandes luchas agrarias a lo largo de los 90. Cerca de 15 años en eso. 20 años en el senado de la república, siendo el senador que más debates contra la corrupción ha hecho en la historia de Colombia. Una producción académica de 15 libros. Es decir, yo soy una persona de estudios, yo conozco bastante bien a Bogotá. Se puede buscar la bibliografía y la encontrarán.


Entonces, para bien o para mal, mi trayectoria y mi hoja de vida son bastante diferentes a la de los otros candidatos que están aspirando a la alcaldía. Cosa que no impide que ellos puedan aspirar, tampoco estoy diciendo eso. Pero como la pregunta fue ¿qué lo distingue? entonces yo le cuento cosas que me distinguen.


D.Q.: ¿Y qué lo anima a volver al ruedo? Usted hace algún tiempo, a principio de año, había dicho que no iba a aspirar a la alcaldía.


J.E.R.: Y esa fue la decisión. Pero hace unas semanas en Dignidad y Compromiso concluimos, primero, que era muy importante que nuestro partido tuviera un candidato propio que nos permitiera expresarnos de la mejor manera. Y segundo, porque miradas las cosas, consideramos, y yo consideré, que yo tenía capacidades suficientes para hacer muy bien ese oficio, ese trabajo. Entonces, tomamos la decisión de jugarle a esto porque además estamos en condiciones de hacer cambios en la ciudad que seguramente otros sectores no estén en condiciones de hacerlo.


D.Q.: En esta carrera, entonces ¿no hay algún candidato por el que usted votaría?


J.E.R.: No, mi aspiración es ganar en la primera vuelta para facilitarle las cosas a las bogotanas y a los bogotanos. Esa es mi aspiración. Y si no gano en la primera vuelta, estaré en la segunda. O sea, que condenados a votar por mi.


D.Q.: Pero su pasado político es de coaliciones. Usted viene de la Coalición Centro Esperanza a la que presentaron como una tercera fuerza política de Colombia. Tenemos entendido que eso era un poco lo que se venía acordando para la alcaldía ¿qué pasó con la coalición? ¿con las alianzas en el centro? ¿Eso sigue vivo para segunda vuelta o qué pasó?


J.E.R.: No, la Coalición Centro Esperanza ya es historia patria. Ya cada quien está tomando sus definiciones.


Ahora, una cosa que es importante, yo soy Dignidad y Compromiso y en ese sentido me oriento por ciertos criterios que tuvo la Coalición Centro Esperanza. No hacemos acuerdos con los mismos, ni con la mismas, ni con los viejos mismos con las mismas, ni con los nuevos mismos con las mismas. Nosotros tenemos una política amplia de acercamientos y de coincidencias con otros sectores. Nos consideramos como la tercera alternativa de la política nacional. No es cierto que aquí estemos condenados a escoger entre los que han gobernado durante casi toda la vida en Colombia y el petrismo que está constituyendose. No estamos condenados a eso. Nosotros aspiramos a convertirnos en una fuerza nacional de tercera de tercera opción y nos está yendo súper bien.


Voy a dar este dato, que es un dato que me dieron hoy, realmente muy llamativo. Tenemos 2760 solicitudes de aval entre 170 municipios de Colombia en Dignidad y Compromiso. Ahí sí que cabe el cuento de que los muertos que vos matáis gozan de cabal salud. Pensaron que ya habíamos salido de la circulación política, pero aquí estamos vivitos y coleando, planteando nuestras verdades y nuestras posiciones con un gran respaldo ciudadano que estoy seguro que se va a expresar muy positivamente en las elecciones.


D.Q.: Pero siguiendo la lógica de las cercanías con otros sectores y el pasado de la Coalición, ¿un posible apoyo a candidaturas como la de Galán en segunda vuelta está completamente descartada?


J.E.R.: No, no hay ninguna posibilidad de que esta candidatura no vaya hasta el final. No hay ninguna posibilidad.


Alguien planteó que desmontemos alguna, eso son cuentos, eso son trampas para cazar palomas, como se dice. Yo en esas no caigo. La decisión nuestra es firme y estaremos en las elecciones del 29 de octubre con independencia de cualquier idea.


D.Q.: Eso sería todo ¿Hay algo que usted quiera añadir?


J.E.R.: No, enviarles un mensaje a quienes nos leen. Primero agradecerle a El Uniandino. Yo sé que es un esfuerzo estudiantil y celebro que lo están haciendo. Me parece bien importante que los jóvenes asuman posiciones en la vida y posiciones políticas y los felicito. Un gusto para mí estar con ustedes.


Quisiera invitar a quienes nos leen, a que entiendan que aquí hay una opción diferente. Cero rabo de paja en este candidato, cero es cero. Me pueden investigar como me quieran investigar. Si algo ha caracterizado mi vida política es la rectitud, la seriedad, hacer las cosas como se deben hacer y preferir la derrota al fraude, a la corrupción y a la politiquería. Estamos haciendo una política con Sergio Fajardo como nosotros creemos que debería ser, como elementales. Es increible que estas cosas haya que proclamarlas y decirlas y estamos muy contentos por lo que está pasando.


Este país sí tiene arreglo y Bogotá sí tiene arreglo. Este país sí puede salir adelante. Colombia no está condenada a ser la tragedia de país que se está construyendo, lleno de hambre, pobreza, corrupción y violencia. Pero eso cambiará cuando lo cambiemos entre todos. El que cree que se puede quedar en la casa viendo cómo los demás hacen el cambio de Colombia se equivoca. Porque si no promovemos el cambio entre todos, no se va a poder hacer el cambio que este país requiere y que Bogotá requiere con toda la urgencia.


D.Q.: Una última pregunta que se me había quedado en el tintero. Muchas personas lo han calificado como una persona insistente al volver a lanzarse a un cargo de representación política a sus 73 años. ¿Cómo le respondería a esas personas?


J.E.R.: No es estrictamente volver. Es que si usted se fija, yo entre el 20 de julio que salí del Congreso y el día en que anuncié mi candidatura, seguí trabajando durísimo en política. Es que para mí la política es la vida. Yo en 1971 tomé la decisión de dedicarle una parte importantísima de mi vida a la lucha por transformar a Colombia con espíritu, no de negociante de la política, ni de lagarto, ni de arribista, ni nada de esas cosas, sino con espíritu de servidor público.


Yo lucharé en política en el puesto que me toque. O de candidato, o cargándole el maletín a cualquiera hasta que se me acabe la cuerda. Un día mi hijo me corrigió y me dijo: “no papá, lo que se acaban ahora son las pilas”. Bueno, hasta que haya pilas, Jorge Enrique Robledo seguirá luchando. ¿En qué posición? en la que me toque, no tengo problemas con eso. Porque esa es mi vida, ese es mi convencimiento: soy un servidor público, como fui cuando fui profesor y al mismo tiempo adelanté inmensas luchas sociales cafeteras y resulta que yo nunca he tenido un pedacito de tierra rural, ni de café, ni de nada. Lo hago ¿Por qué? Porque era la manera en ese momento de servirle al progreso de Colombia y es lo mismo que estoy haciendo.


D.Q.: Eso sería todo, candidato. Muchas gracias por el espacio.


J.E.R.: Muchísimas gracias y los felicito nuevamente por el esfuerzo.


 

Por: Diego Quintero Mogollón

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