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  • El Uniandino

El Externado les prohíbe la entrada a muchos de sus estudiantes más vulnerables en plena semana de parciales

El miércoles 14 de febrero de este año las facultades de la Universidad Externado, en Bogotá, recibieron una circular en la que se estableció, entre otras indicaciones de carácter institucional, que los estudiantes que no hubiesen legalizado su matrícula —sin excepción alguna— no podrían ingresar a clases o presentar parciales. La directiva, que fue emitida por la Secretaría General, le cayó como un baldado de agua fría a muchos estudiantes quienes, por distintos motivos, a la fecha no han podido legalizar el pago de su matrícula y se ven afectados por esta medida. 


Múltiples voces al interior de la universidad han señalado que la medida puede llegar a ser discriminatoria y segregadora, por cuanto perjudica en gran medida a estudiantes que financian su matrícula a través de Educación Estrella, un programa que estableció un convenio con el Externado para apoyar a estudiantes en el pago de su matrícula a través de créditos y que acogió a estudiantes que hacían parte de la Beca Crédito —cuya promesa era “apoyar a los jóvenes aspirantes con dificultades económicas con el fin de que puedan adelantar sus estudios en educación superior”. 


El Uniandino habló con los afectados por la medida, así como con las autoridades universitarias que la ordenaron para entender a qué obedece la controversial decisión. 




El secretario general del Externado, José Fernando Rubio, le contó a este periódico que aproximadamente 300 estudiantes no han formalizado su matrícula a esta altura del semestre. Son ellos los que precisamente se verían afectados por la decisión de prohibirles el ingreso al campus. 


La decisión, según explica Rubio, obedece a múltiples razones. El secretario dijo que en principio la medida busca precaver responsabilidades jurídicas por cuanto si los estudiantes no tienen legalizada su matrícula no cuentan con un seguro estudiantil que los ampare en caso de siniestros.  


Por otro lado, otras razones esgrimidas por Rubio parecen responder a los intereses económicos de la universidad. Como le explicó el secretario a este periódico, la universidad no puede darle educación gratuita a nadie, por ello si los 300 estudiantes no tienen los medios para pagar deben buscar alternativas, como aplazar semestre o ponerse al día en el pago de su matrícula. 


Dentro de los estudiantes afectados, la medida —que comenzó a regir justo en el momento en el que la universidad entraba en semana de parciales— fue muy mal recibida por carecer de pedagogía e incluso ser discriminatoria.  


“Es feo que a uno lo saquen de clase, que no lo dejen presentar parciales”, dijo el estudiante Manuel Lugmaña. Otras estudiantes, como Laura Sofía Pérez o Adriana Mejía, a quienes se les prohibió el ingreso a clases, subrayaron su sensación de haber sido discriminadas. “Se siente muy feo, porque no es chévere que te excluyan aún más cuando ya vas tan adelantada en la carrera”, manifestó Pérez.  


Al preguntársele a estos estudiantes cuáles razones han dificultado su proceso de legalización de matrícula, estos coincidieron en un punto: no hay cooperación entre la universidad y Educación Estrella. 


Según indican, el programa Educación Estrella, que funciona como una entidad financiera que otorga créditos y responde por el pago de las matrículas frente a la universidad, es excesivamente burocrático y ha fallado a la hora de hacer los desembolsos dentro de los plazos esperados por el Externado.  


“Si usted no ha solucionado con Educación Estrella, que es otro ente, entonces usted acá no tiene nada que ver. Borrado de materias. No hay soluciones”, dice con indignación Lugmaña para referirse a este proceso de intermediación que parece haber jugado un papel determinante en la problemática que enfrentan hoy los estudiantes que no pueden ingresar a la universidad. 


El problema ha sido de tal impacto que llevó a la estudiante Laura Pérez a interponer un derecho de petición, ya que según ella lo que está sucediendo pone en peligro su derecho a la educación. “Es injusto porque son problemas que genera la misma universidad con Educación Estrella”, cuenta Pérez, quien también afirma que la misma universidad es en parte responsable por las falencias en el proceso, ya que según ella fue el Externado el que no le tramitó correctamente su documentación. 


Por su parte, el secretario Rubio comentó, sin entrar en detalles, que la universidad pretende regularizar prontamente a aquellos estudiantes que venían de Beca Crédito y pasaron a Educación Estrella.  


Sin embargo, la medida, que afecta a los estudiantes —víctimas de un fuego cruzado entre la universidad y el intermediario que financia las matrículas—, ha dejado un sin sabor en estos miembros de la comunidad, quienes ve en esta decisión un castigo que no se alinea con los valores que promulga su alma mater: “Es molesto que te digan ‘si no has pagado vete, no vuelvas’. Algo que me encanta de la universidad es que supuestamente es libre y abierta, pero pareciera que eso no pasara”, dice Adriana Mejía. 


Otros miembros de la comunidad universitaria, entre profesores y estudiantes, se han solidarizado con los afectados y han cuestionado la decisión de la universidad de restringir el acceso a las instalaciones. 


Andrés Díaz, monitor académico de la facultad de comunicación, por ejemplo, dijo que hubiera sido mejor —por parte de la universidad— notificar desde el primer día de clases cómo se llevaría a cabo el borrado de materias y en qué fecha, teniendo en cuenta que gran parte de los estudiantes afectados pertenecen a Educación Estrella, pues son vulnerables por cuenta de su situación socioeconómica, según las reglas que se venían trabajando con Beca Crédito. 


Similarmente, algunos docentes, de manera anónima, le dijeron a este periódico que  “esta situación evidencia que los estudiantes se entienden claramente como clientes. Si los estudiantes no pagan no reciben un servicio, que en realidad es un derecho”. Otra profesora externadista le contó a El Uniandino su malestar por tener que sacar a los estudiantes de clases. “Desde cierto punto de vista me parece que es vulnerar a los estudiantes. Es violento. Yo particularmente me sentí horrible teniendo que sacar estudiantes de mi salón”, dijo la docente, que prefirió hablar desde el anonimato por miedo a represalias que puedan afectar su estabilidad laboral.  


A la luz de la medida tomada por la universidad Externado persisten varias dudas: ¿En términos pedagógicos era óptimo restringirles el acceso a los estudiantes en uno de los momentos más sensibles del semestre y que más estrés genera en esta población? ¿De regularizarse las matrículas de los estudiantes, cómo piensa subsanar la universidad los vacíos pedagógicos que subsistan por el hecho de que no pudieron ingresar a la universidad durante un largo periodo de tiempo? ¿Cómo puede justificarse pedagógicamente extender una brecha educacional frente a estudiantes que ya partían de una desventaja económica? ¿Podría la universidad haber considerado medidas menos restrictivas o alivianado la intensidad de sus restricciones con soluciones para los estudiantes que no han regularizado la matrícula (asistencia virtual o educación asincrónica)? 


 

Por Camilo Vargas

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