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  • El Uniandino

Los uniandinos son...

Fue este periódico quien pegó los carteles que dieron tanto de qué hablar. Acá algunas ideas que sacamos del ejercicio.



Estimados lectores,


A principios de este mes en El Uniandino montamos una campaña con la que esperábamos atraer atención a nuestro relanzamiento. Entre otras cosas, colgamos letreros en la universidad con lugares comunes sobre su gente. Eran grandes, blancos y traían en letras negras y en mayúscula sentencias que no mediaban tranza: los uniandinos no se informan, los uniandinos no son críticos, los uniandinos no votan, no trabajan en equipo y no innovan.


Estas frases no invitaban, por sí solas, a ningún ejercicio de profundidad. Eran caricaturas, y como toda caricatura fueron hirientes. De lo contrario habrían sido una publicidad más, apenas una ilustración de algo que no comprometiera a nadie y no lo hiciera pensar para después sentir.


Por supuesto, como toda caricatura también, deformaban y ridiculizaba una realidad. Sin embargo, como escribió hace poco Jesús Silva-Herzog Márquez en las páginas del Malpensante, no por ridículas carecían de un mínimo de verdad: el arte de toda caricatura es la desmesura, pero en el trabajo de desfigurar descubre una facción más profunda que la aparente.


Las reacciones a los carteles iniciaron un camino hacia el descubrimiento que justifica la existencia de un periódico como el nuestro, camino al que quisiéramos aportar algunas consideraciones.


En redes sociales la gente empezó a publicar sus reacciones, algunos con nombre propio y otros de forma anónima, llamándonos patéticos o problematizando la propuesta. Todas, a nuestros ojos, fueron reacciones interesantes. En los pasillos de la universidad algunos decidieron escribir encima de los carteles, darles un giro ingenioso (o torpe) con alguna intervención; otros cobijaron la censura: directamente los arrancaron y los pisaron. ¿Por qué no los habrán lanzado a la basura?


Para El Uniandino, son justamente estás reacciones las que sustentan nuestro esfuerzo. Esperamos ser un espacio abierto, sin ser miope, en el que se construyan las discusiones públicas sobre lo que nos rodea y afecta, pero también sobre lo que somos. Que todo aquel que tenga una idea se vea obligado a decantarla y defenderla; y quien no esté de acuerdo que escuche, que no dé por absolutos sus principios y responda. Este es un espacio de todos, sin que eso signifique que se valga todo.


En este periódico estamos convencidos que debemos investigar constantemente contra nuestras propias ideas. El punto de todo debate, y más del que se da en medios, debería ser encontrar las contradicciones que nuestro vivir en sociedad abarca y, aún aceptándolas, ser conscientes de sus alcances: no es lo mismo estar en un cuarto oscuro que estar en un cuarto oscuro y saber que está oscuro.


Por eso adherimos las palabras de Hernando Salazar en su 'Periodismo y ética': debemos actuar con cabeza fría y ser creíbles en medio de toda dificultad. Es ahí donde está la ontología de nuestro valor, es la síntesis de nuestro aporte.


Esperamos en el proceso alcanzar metas menos vanidosas pero más nobles: contribuir a la formación de uniandinos bajo el entendido de que no solo se aprende en las aulas, decir verdades incómodas, hacer a las directivas rendir cuentas, pero también a los profesores y a los estudiantes. Y seguiremos publicando caricaturas que lastimen: son las ideas que más nos atacan las que mayor potencial poseen para ampliar el universo en el que vive cada uno.


Los invitamos a todos a que nos ayuden a construir esta propuesta de valor. Apliquen a nuestra convocatoria que estará abierta hasta el 17 de noviembre. Busquen en nuestra página. Publicaremos 2 mil ejemplares cada mes.


P.S. La campaña 'Los uniandinos son...' fue financiada por la rectoría de la Universidad de los Andes, en cabeza de Alejandro Gaviria.







El Uniandino

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