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La supremacía de los equipos brasileños en Sudamérica

Juan Camilo Castillo es periodista deportivo. Aquí su columna "La supremacía de los equipos brasileños en Sudamérica ¿Por qué los equipos brasileños dominan el fútbol sudamericano?". Para contestar la columna envíe su propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.



Lejos van quedando aquellos tiempos en los que Brasil y Argentina se repartían el protagonismo de la Copa Libertadores, y en los que de vez en cuando se presentaba la oportunidad para que algún equipo de otro país diera la sorpresa y se coronará campeón de la competencia de clubes más importante de Sudamérica.


Para nadie es un secreto que en la actualidad se ha marcado una clara tendencia: los equipos brasileños arrasan con un fútbol de gran nivel y ponen la vara tan alta que ni siquiera los dos gigantes argentinos, Boca y River, están logrando competir.


La prueba de esto es que cuatro de las últimas cinco ediciones de la Copa Libertadores han sido ganadas por equipos brasileños (Gremio en 2017, Flamengo en 2019 y Palmeiras en 2020 y 2021). Y, de cualquier manera, la final de la edición del presente año también será conquistada, por un equipo de ese país; ya que se enfrentarán Flamengo y Athletico Paranaense.


¿A qué se debe este dominio de los equipos brasileños en la Copa Libertadores? ¿Cuáles son las causas reales que llevaron al fútbol de ese país a imponerse categóricamente en el continente?

Responder ambas preguntas requiere abordar múltiples vertientes. En primer lugar es necesario establecer el contexto: Brasil es un país que cuenta con varias condiciones con las que pudo estructurar un mercado exitoso en el cual el fútbol se convirtió en un producto de consumo masivo.


El país en esencia ostenta una rica e histórica cultura futbolera. Además saca a relucir jugadores talentosos con frecuencia, y –entre su población estimada de 213 millones de habitantes– también tiene muchos hinchas apasionados que van a los estadios y ven partidos por televisión. Así como,​ un par de empresarios exitosos que desde la inversión privada le apuestan al desarrollo del fútbol.


Todos estos aspectos se unieron y formaron un escenario propicio en el que los equipos brasileños se potenciaron desde lo económico, a un punto en el que ningún club de otro país sudamericano puede llegar a equipararse con ellos. Precisamente en el establecimiento de ese poderío económico está el secreto de la dominancia brasileña, ya que esa es su fuente para financiar el costo de las grandes plantillas que tienen varios equipos de ese país.


Para profundizar más en esta idea, resulta pertinente evaluar otros aspectos:



El dinero proveniente de los torneos


El Campeonato Brasileño de Serie A, más conocido como Brasileirão, premiará al campeón de este 2022 con cerca de 7 millones de dólares.


Para darle un poco de contexto a esta cifra, en Colombia el Atlético Nacional se llevó un premio de 500.000 dólares tras vencer al Tolima en la final y coronarse campeón de liga local. Es decir, el equipo que gana el título en Brasil se lleva un premio que es 14 veces más de lo obtiene el campeón colombiano.


Como si no fuera suficiente, la Copa de Brasil –el segundo torneo más importante del país– irónicamente otorga un premio aún más alto que el del Brasileirão, ya que le concede al ganador alrededor de 11 millones de dólares.


Todo este panorama ya luce utópico, pensándolo desde el contexto del resto de ligas de Sudamérica; y eso sin tener en cuenta que en Brasil también existen campeonatos estaduales (ligas regionales que se juegan a inicio de año), y que hay equipos brasileños que incrementan sus ganancias en la Copa Libertadores. Sin ir más lejos, el equipo que gane la final entre Flamengo y Athletico Paranaense se embolsará 25 millones de dólares.



Derechos de TV


El panorama con los derechos de televisión en Brasil también es increíble. El solo Brasileirão vende las transmisiones de sus partidos a tres señales distintas: TV abierta, por cable y con el sistema ‘pagar por ver’. Gracias a estas formas de difusión los dos equipos con mayor hinchada, Flamengo y Corinthians, se llevan cerca de 40 millones de dólares por cada temporada.


Además de estas fuentes de ingresos, que son las principales, hay otras como: la venta de entradas, las cuotas mensuales que pagan los socios de cada club, y el dinero que entra por patrocinios y venta de jugadores.


Hay equipos como Palmeiras, que en el 2021 registró ingresos por más de 100 millones de dólares, una cifra difícil de concebir en el contexto sudamericano.



Los ‘super equipos’


Al final, todas las fuentes de ingresos mencionadas repercuten en la creación de ‘super equipos’; clubes que ostentan plantillas plagadas de estrellas con las que pueden superar fácilmente a sus rivales de otros países del continente por jerarquía individual y colectiva.


Flamengo goleó 8 por 1 en el global al Tolima en los octavos de final de la Copa Libertadores. Sin duda fue un marcador que impactó al fútbol colombiano, pero al investigar a profundidad la realidad marca que, según el reconocido portal Transfermarkt, el valor de mercado de la plantilla del Flamengo es de 149 millones de euros, mientras la del Tolima es de 19 millones de euros. Es tanta la desigualdad entre ambos planteles que es imposible que no se note esa diferencia en el campo de juego.


Otra proyección interesante de Transfermarkt muestra que: en el top 15 de los jugadores con mayor valor de mercado –que disputaron la actual edición de la Copa Libertadores– hay solo uno que no juega en el fútbol de Brasil, y es Nicolás De la Cruz, el volante uruguayo de River Plate. Todos los otros 14 futbolistas mejor valorados de la competencia se desempeñan en equipos brasileños, dejando en evidencia lo incontrastable de esta realidad.


Así, ​​el fútbol brasileño aprovechó su contexto para crear y engranar un sistema en pro de la evolución económica de su liga y lo ha ido consiguiendo con el paso del tiempo, al punto en el que se torna casi imposible para el resto de Sudamérica competir contra ellos.


 

Por: Juan Camilo Castillo, periodista deportivo.


***Esta columna hace parte de la sección de Opinión y no representa necesariamente el sentir ni el pensar de El Uniandino.


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