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  • El Uniandino

El teatro de la higiene: ¿Qué tan efectivas han sido las medidas para controlar la pandemia?

Luis Jorge Hernández es profesor asociado de la Facultad de Medicina y de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, en donde además se desempeña como coordinador del área de salud pública. Es médico Magíster en salud pública y PhD en Epidemiología y hace parte del proyecto pionero de vigilancia en salud pública COVIDA de la Universidad de los Andes y también es uno de los asesores para el manejo del COVID-19 de la Alcaldía Mayor de Bogotá.


El profesor Hernández ha criticado abiertamente varias de las medidas que se han tomado como parte de los protocolos de bioseguridad que ahora tanto se utilizan. A propósito de estas críticas, El Uniandino lo entrevistó para entender mejor la evidencia detrás de lo que sirve o no en los protocolos que marcarán la reapertura que apenas comienza.



En el manejo de esta epidemia han habido mitos y se han cometido errores. Primero, el uso de discursos autoritarios. Segundo, hacer intervenciones para tener la sensación de que estamos haciendo algo. Tercero, no recurrir a las medidas de mitigación simples: uso adecuado de tapabocas, la distancia física, el lavado de manos y la limpieza de superficies

Ya se han hecho los primeros reportes de la inefectividad de tomar la temperatura y registro de datos como estrategia de tamizaje, trazabilidad o de control de la transmisión del virus. Pero seis meses después, en Colombia todavía se siguen implementando estas estrategias. En el contexto nacional, ¿tiene su implementación algún respaldo en el Ministerio de Salud o de alguna otra autoridad sanitaria? ¿Hay alguna evidencia que demuestre que son eficaces?


Primero hay que decir que en salud pública nos fascinan los discursos verticales de poder y de autoridad y el Covid-19 ha despertado ese autoritarismo que todos llevamos dentro, pero que la autoridad afirme algo no quiere decir que sea cierto o válido, así lo diga la OMS, el Ministerio o el Instituto Nacional de Salud (INS), ellos también han cambiado muchas veces. Al principio la OMS dijo que no era necesario el uso del tapabocas en personas asintomáticas, luego cambió. También entre marzo y abril la secretaria de salud de Bogotá estableció que los taxis debían llenar planillas y no funcionó. Entonces, no podemos tomar lo de las autoridades como la verdad revelada, sino lo que muestra la evidencia.


En el manejo de esta epidemia han habido mitos y se han cometido errores. Primero, el uso de discursos autoritarios. Segundo, hacer intervenciones para tener la sensación de que estamos haciendo algo. Tercero, no recurrir a las medidas de mitigación simples: uso adecuado de tapabocas, la distancia física, el lavado de manos y la limpieza de superficies, lo demás no sirve y hace parte de las medidas absurdas pero que dan sensación de seguridad.


Todas esto se debe a que en el fondo se han estado utilizando discursos de miedo, y la gente ante el miedo reacciona de diferentes formas, unos con negacionismo y otros haciendo cosas absurdas. Entonces, uno puede encontrar gente diciendo que no se va a vacunar o gente tomando hidroxicloroquina, dióxido de cloro o antiparasitarios, pensando que de algo les va a servir.


Los mensajes transmitidos deberían ser simples, si se hiciera buena mitigación, no necesitaríamos cuarentenas, pero nos han metido que tenemos que encerrarnos y que si no cumplimos nos vuelven a encerrar, el manejo de la pandemia no puede funcionar así.

Entonces, ¿cuál debería ser la alternativa?


Necesitamos más gobernanza de la pandemia y más participación de los ciudadanos. Por ejemplo, nadie le ha preguntado a los niños y adolescentes qué es lo que quieren. Por su parte, los adultos mayores tuvieron que poner una tutela para ser escuchados. Entonces ahora usted es bueno o malo, prefiere la salud o el dinero, hay que romper con esas disyuntivas. Estamos rodeados de imaginarios, metáforas de miedo y de incertidumbre que lo que hacen es que el ciudadano esté subyugado y pendiente de los comunicados oficiales para ver qué decisiones se toman por ellos, el ciudadano pierde entonces autonomía.


Los mensajes transmitidos deberían ser simples, si se hiciera buena mitigación, no necesitaríamos cuarentenas, pero nos han metido que tenemos que encerrarnos y que si no cumplimos nos vuelven a encerrar, el manejo de la pandemia no puede funcionar así.


Hay que hacerle gobernanza a la epidemia, hacer unidades de análisis con la población, Centros de Operaciones de Emergencias comunitarios (COEs), incluso tiene que haber más gobernanza en los datos que son presentados a los ciudadanos. En Colombia los datos se presentan como indicadores: que se superó el umbral de X número de muertos, que estamos entre los cinco países más contaminados de Latinoamérica. Sin embargo, estos indicadores de afectación no sirven. Los indicadores de respuesta son: porcentaje de ocupación de UCIs, número de personas que requieren aislamiento y que están en aislamiento, número de personas que están en aislamiento por indicación del gobierno, número de familias están en aislamiento con apoyo, porcentaje de contactos detectados, etc. Indicadores que no conocemos, pero que son importantes porque son marcadores de respuesta.


Siguiendo con este hilo, medios internacionales como The Atlantic, ya habían hecho publicaciones críticas al respecto. Toco este punto porque el jueves 27 terminaron las cuarentenas sectorizadas en Bogotá y el primero de septiembre el aislamiento preventivo en Colombia. A nivel distrital se va a implementar una puesta en marcha parcial y por turnos, en donde se va aumentar también la capacidad de Transmilenio del 35% al 50%. Muchos sectores económicos se reactivarán y la gente podría seguir implementando estos protocolos mientras que podrían descuidar lo simple, ¿qué lectura le da a todo esto?


Hay que seguir conservando las medidas de mitigación y hay que mantener los aforos bajos y evitar las aglomeraciones. Transmilenio pasa del 35% al 50% de su capacidad, pero podría haber sido más, ya que las personas van a necesitar más movilidad, podría haber sido hasta del 70%. No obstante, hay que decir que muchas de las decisiones tomadas no tienen evidencia, por ejemplo, ¿por qué el 35% o 50% de capacidad en Transmilenio? No hay evidencia para esta decisión. No tiene evidencia tampoco el bloquear sillas en el transporte público ya que personas en los pasillos se pueden llegar a aglomerar. Las medidas para evitar aglomeraciones son buenas, pero hay que hacerlas basadas en mediciones y sin restringir la autonomía de las personas. Los adultos mayores también deberían poder salir; es decir, ¿se puede sacar al perro, pero no se puede sacar al señor de ochenta años, ni tampoco al niño de dos? Muestras de decisiones sin argumentos.


Esta epidemia impactó a Colombia, siendo un país con desigualdades fuertes en salud, por ejemplo, en cosas tan básicas como el acceso al sistema, ¿esta situación va a servir para que estas desigualdades se subsanen o se va a abrir incluso más la brecha?


La pandemia no produjo desigualdades sino que las evidenció, se hicieron visibles problemas estructurales del sistema de salud. Mostró por ejemplo que en Colombia no había laboratorios de referencia y que todo estaba muy centralizado, que seguíamos con una salud pública muy bogotanizada y volcada hacia el centro. Nuestro sistema de salud, además, no manejaba atención primaria, por eso a las aseguradoras les ha dado tan duro atender todos los casos, porque su lógica era que solo atendían al que iba al servicio de urgencias o consulta externa. Entonces yo creo que esto va a mejorar y que no va a volver a ser igual. Ahora hay mayor control y presión ciudadana que van dirigidas hacia cambios en el modelo de salud y de las condiciones socioeconómicas. Pienso que si algo positivo tuvo esta pandemia es que las cosas van a cambiar porque hay más control ciudadano, open data, y también hay más rendición de cuentas por parte de las diferentes entidades y sectores, lo que es positivo y ha obligado a acelerar procesos.


Quería preguntarle también por COVIDA, el proyecto pionero de la Universidad de los Andes en alianza con actores como el BID, la Fundación MasterCard, el PEI Asset Management, entre otros. Se entiende que a nivel distrital este proyecto tendrá alto impacto frente al desenlace de la epidemia pero, ¿y las otras regiones? ¿El alcance de COVIDA se extenderá más allá de la ciudad de Bogotá?


La pandemia ha servido para que pasaramos de tener un laboratorio, a tener 101 laboratorios nacionales procesando muestras de COVID. Bogotá tiene 22 laboratorios, entre ellos el de Gencore-Uniandes y COVIDA, que es una de las experiencias más exitosas en salud y en proyección social de la Universidad de los Andes, porque lo que está haciendo es complementar la vigilancia en salud pública de la autoridad sanitaria. Este proyecto está visibilizando poblaciones como los trabajadores de la salud y la población selecta o con alta movilidad en calle. En este momento estamos trabajando en nueve hospitales de la red pública y privada tomando pruebas de COVID, haciendo rastreos y aislamientos. Además, como la autoridad sanitaria estaba concentrada solo en los casos con síntomas, estamos visibilizando también a la población selecta. Es decir, domiciliarios, taxistas, fuerza pública, personal de seguridad, todas estas personas con una alta movilidad que no eran visibles, pero que tienen alto potencial de transmitir el virus. Entonces mientras otras universidades solo procesan pruebas, la Universidad de los Andes empezó a hacer vigilancia en salud pública en conjunto con la autoridad sanitaria y esto ha sido importante porque ha permitido construir guías, protocolos y conocimiento. Los resultados además serán presentados en la unidad de análisis del distrito. COVIDA es una experiencia de ciencia abierta, entonces somos puntos de referencia, ha sido definitivamente una apuesta ganadora de la Universidad de los Andes.



 

Por: Sara Valentina Villanueva


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