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El Uniandino

El 2020 político.



Este pasado año 2020, tan raro para todos, también lo fue para la política colombiana. Varias cosas extrañas pasaron o están pasando. Partidos políticos históricos (unos más que otros) se diluyen y se crean otros nuevos, los enemigos jurados se juntan para seguirse odiando y, al mismo tiempo, para odiar juntos a quienes los odian a los dos. Al mismo tiempo, se cocinan alianzas de cara a las próximas elecciones presidenciales entre antiguos contradictores, aunque algunas de estas son más coherentes que otras. Uno de los abanderados anticorrupción está metido en un problema grande por su influencia como gobernador de Antioquia en el proyecto de HidroItuango. Y finalmente, todo lo que dejó la pandemia, un presidente que poco a poco se va quedando solo, apenas pasando por la mitad de su mandato y un congreso que virtualmente, quedó peor parado de lo que ya estaba. Otras cosas siguieron igual, como si nada hubiera pasado: la clase política tradicional no conoce el descaro, y se impuso una vez más para poner de presidente del Senado a uno de los peores senadores. A Nestor Humberto Martinez le descubren otra trampa, pero lo vuelven a premiar y las mujeres tienen un panorama muy complicado de cara a ser una opción realista de poder en el 2022.


Apenas pasando los dos años de gobierno de Iván Duque, hoy en día se pueden contar más de 30 precandidaturas a la presidencia y este fue el año en el que muchas de ellas empezaron a tomar forma. Como es lógico, finalmente habrá 5 o 6 aspirantes, resultantes de distintas alianzas, consultas internas o interpartidistas, renuncias a las candidaturas o que estas nunca se materialicen. Este número de primeros aspirantes se reparten entre figuras que repetirían intentos, como todos los que perdieron contra Duque, personajes sin partido como Francia Márquez o Alejandro Gaviria, precandidatos del mismo partido como en la Alianza Verde y Centro Democrático o líderes de nuevos partidos como Juan Manuel Galán o Jorge Robledo. En esta gran lista hay de todo: viejos políticos, figuras jóvenes pero con gran liderazgo, políticos regionales, ex ministros, sindicalistas, cristianos, “técnicos”, ambientalistas, feministas y muchos reencauchados. Lo interesante de todo esto es que el presidente nunca tuvo un período de popularidad y su gobierno parece que nunca arrancó, recibiendo críticas hasta de su partido. Por esto, hoy en día, muchos piensan: si él llegó ¿por qué yo no?


Los presidenciables están salivando con este contexto y esto ha sido causa y consecuencia de una fuerte reorganización de fuerzas políticas en este 2020. Figuras muy importantes están armando casa propia, o se van para otros partidos. Jorge Robledo, y otros sectores del Polo armaron “Dignidad” ante un evidente desgaste de la relación con otras facciones de ese partido de izquierda, porque no estaban dispuestos a adherirse a Gustavo Petro, como sí lo están los que permanecen allí. Este nuevo partido nace con una idea que en el Polo no gustaba y es la de, además de apoyar a las clases bajas y medias, apoyar al empresariado nacional, lo que aleja a Robledo de la imagen basada en la lucha de clases de viejo político de izquierda y lo acerca a otras posibilidades de centro. Roy Barreras y Armando Benedetti salen de un partido de la U, hoy arrodillado al oficialismo, al igual que Rodrigo Lara en Cambio Radical. Lo más curioso es que Benedetti sale de 20 años de hacer parte de partidos de gobierno para unirse con Petro, el opositor, el “antisistema”, sucio movimiento de los dos.



Por el lado de la derecha, ya empiezan a armarse organizadamente, pero con un camino distinto al de la reelección. El elegido por Uribe no estaría en su partido (salvo que sea su propio hijo), donde hay varios haciendo fila, ni en el gobierno de Iván Duque. Podría apoyar a Paloma Valencia o Carlos Holmes, pero antes que eso, se ha reunido con los Char y Dilian Francisca Toro, es decir el lado uribista de la U y Cambio Radical, lo que podría llamarse la centro-derecha. Al mismo tiempo, increíblemente, hace equipo con el petrismo para tirarle duro al autodenominado centro político, Sergio Fajardo y a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López y su Partido Verde. Ambas partes se juntan para decir que el centro político no existe, pero mientras Uribe lo atrae, Petro lo estigmatiza. Hablando de Fajardo, es posible que su candidatura quede truncada por la imputación de cargos que le hizo la contraloría por presunta negligencia desde su cargo como gobernador de Antioquia relacionado con el proyecto Hidroituango. Noticia que celebraron uribistas y petristas, cada uno señalándolo de ser una ficha oculta de Santos o de Uribe, respectivamente. Desde aquí, espero que no sea candidato, pues sería una presa muy fácil de los dos extremos si este proceso con la contraloría no se resuelve pronto.


Finalmente, las cosas no tan raras de la política colombiana del 2020. La clase política tradicional una vez más demostró que no le importa seguir burlándose de la población colombiana cansada de la corrupción. Por acuerdos políticos a inicios del 2018, quedó convenido que la presidencia del Congreso en su tercera legislatura correspondía a Cambio Radical. Sin embargo, cualquier senador o senadora de ese partido era mejor que Arturo Char. Este, además de registrar la tasa más alta de ausentismo en el Senado, fue mencionado por Aída Merlano como parte de una red de compra de votos en el Atlántico y como cómplice de su huida de película. Por último, los intereses de las mujeres de cara a las elecciones una vez más no parecen alentadores. Un par de lideresas importantes del Centro Democrático están bajo las órdenes de un hombre, un hombre que además representa con sus ideas el tradicionalismo social y político. Por el lado del progresismo, Francia Márquez, no parece tener espacio ni fuerza para meterse en una contienda política. La mujer mejor posicionada es Ángela María Robledo, la persona que yo considero, es la clave para ganar a la política tradicional y abrirle un espacio de poder a las mujeres, ya sea desde el puesto de Presidenta o desempeñando otra labor. Ella siempre ha resaltado su labor de tejedora de redes y eso es lo que se necesita en este 2021 para poder enfrentar unidos a la política tradicional en el 2022. Ese será el tema de la próxima columna.


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Por: Juan Felipe Monroy. Magíster en ciencia política e integrante de Enlazadas: Red Nacional contra las violencias basadas en género



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