Es domingo en la noche, mañana debo madrugar, entregar tareas, escribir 10 páginas más de monografía. En el computador tengo abiertas más pestañas de las que podría contar, en el estómago más comida chatarra de la que mi mamá desearía y en el cuerpo menos ánimo del que quisiera. Entonces, ¿qué decido hacer? ¿Qué me pongo a hacer un domingo, a las once de la noche, con toda la vida para entregar en trabajos al otro día? Adivinó bien: buscar posgrados.
Todo el que lo haya hecho antes sabe que al principio es euforia, la posibilidad es el límite: buscas posgrados por el mundo, te ves caminando por los pasillos de las mejores universidades, de las más diversas, de las que tienen ese programa que te quita el sueño. Pero se pone mejor, te emocionas tanto que ahora buscas cómo es la vida en aquellas ciudades: cosmopolita o tranquila, de invierno o verano, de gran renombre o escondidas en un recóndito lugar del mapa. Ah, ¡qué maravilla! De repente es la media noche y estás viendo en YouTube cuánto cuesta el pasaje de bus, qué es lo que se come, qué idioma se habla. Y llegados a este punto, ¡qué carajos! Empiezas un primer nivel en Duolingo en una lengua que no entiendes.
Pero luego viene lo inevitable: los puntajes de clasificación, las cartas de recomendación, el TOEFL y el GRE, el IELTS (cuántas siglas, maldita sea). Resulta que necesitabas horas de voluntariado, emprendimientos, haber ocupado algún cargo en tu burocracia institucional (presidente de algo, por ejemplo); necesitabas, también, logros, medallas, reconocimientos, viajes a coloquios y ojalá algún artículo académico publicado. Además, vivir en esa ciudad es carísimo, ¡y esa matrícula, escandalosa! Seguramente necesitarás una beca, o un trabajo, o las dos. Ya te dio la madrugada y pasaste de la ilusión completa, a la completa desazón. Y no hiciste la tarea.
Todo eso y más me pasó aquel domingo en la noche y muchos domingos más durante meses. Hasta que un día, buscando mucho, me topé con Ekpa’palek.
Tutorías personalizadas, canalización de becas, foros, conferencias [...] y hasta una agenda de empoderamiento femenino [...] son la apuesta de un grupo de más de 60 profesionales que, por pura convicción, sin recibir un peso a cambio, dedican su tiempo a ayudar estudiantes para que no se vean frustrados sus anhelos profesionales.
La que habla al otro lado del teléfono es Katia Salazar, una uniandina radicada en Australia que, además de hacer cosas importantes de gente importante y recibir un salario por ello, representa a Ekpa’palek en la región australiana. Me está dando una asesoría personalizada, gratis, para que mis intentos de estudiar en el exterior no fracasen. Le pregunto por la cultura académica en Australia, por el transporte, el estilo de vida. Le pregunto por becas, por los documentos de la aplicación, por las cosas que debería ir preparando. Le pregunto por su propia experiencia, quiero saberlo todo. Y ella, al otro lado del mundo, se toma el tiempo necesario para responderme. Antes de colgar me dice que no dude en contactarla más adelante si llego a necesitarla. Seguramente lo haré.
Fui a dar con Katia en uno de esos domingos caza-posgrados. Hacía el trabajo juicioso: miraba becas en Australia para poder hacer la maestría sin tener que empeñar la conciencia, luego revisaba qué países podían aplicar. Colombia, perfecto. Ahora entraba a la lista de admitidos de los últimos años para asegurarme que de hecho sí entraran colombianos y en cantidades considerables. 5 el año pasado, qué ganga. Más tarde anotaba los nombres de los becados, la universidad a la que habían entrado y la fecha de admisión. Empezaba entonces una segunda etapa: una búsqueda interminable en Facebook para intentar conseguir un consejo de primera mano que pudiera utilizar a la hora de aplicar. Revisaba pistas como el último lugar que habían visitado, si en sus fotos se veía el logo de alguna universidad o si estaban en una relación con alguien extranjero. Nada. Me fui entonces a Google y escribí: “Katia Salazar + Queenslad University”. Apareció correo. Unas semanas después Katia atendía mi llamada.
Ekpa’palek, o “ayudar a caminar” en lengua Shiwilu, es una organización latinoamericana que ofrece un dossier de programas gratuitos con los que busca ser una herramienta útil en el desarrollo profesional de los estudiantes latinos. Tutorías personalizadas, canalización de becas, foros, conferencias, un blog donde se registran experiencias exitosas de estudio en el extranjero, se desmienten mitos y se responden preguntas, y hasta una agenda de empoderamiento femenino. Todas estas son la apuestas de un grupo de más de 60 profesionales que, por pura convicción, sin recibir un peso a cambio, dedican su tiempo a ayudar estudiantes para que no se vean frustrados sus anhelos profesionales.
Nace de la mano de Clarissa Ríos Rojas, una peruana que un día se cansó de sentir que no estaba haciendo lo suficiente y decidió «devolver algo de lo que me habían dado, porque yo era una de las pocas afortunadas que lograba estudiar afuera con éxito y quería que fueran muchas más». Clarissa se graduó de Biología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú; hizo su maestría en Biomedicina en Suecia y su doctorado en Biología Molecular en Australia, pero llegó a un momento de su vida en que sentía que algo andaba mal. Mientras hablamos por teléfono, ella en Italia y yo en Colombia, recuerda que su propia experiencia en el extranjero había sido difícil: no sabía nada, a quién ir, qué presentar y qué no, cuáles eran esos caminos ya recorridos que le podían ser útiles. Fue entonces que fundó Ekpa’palek.
Y es que la experiencia que en su momento tuvo Clarissa se replica por miles en toda la región latinoamericana. No por nada, según datos de la UNESCO, la movilidad de estudiantes en países como Perú (0.6%), Colombia (0.7%), Argentina (0.2%) y Ecuador (0.4%) representa, sumadas, apenas un 0.1% más que la de Francia (1.8%), por poner algún ejemplo.
El camino recorrido por Clarissa no ha sido fácil, conoció desde sus inicios todos los obstáculos imaginables. «En un principio era el dinero: había que pagar la página, a la gente que sostuviera la página y así; pero realmente el tema siempre ha sido de tiempo». Y es que tener un trabajo, hacer un doctorado y a la vez sostener una fundación con proyección internacional es un tema difícil de equilibrar. Clarissa, Katia y los demás miembros de Ekpa’palek deben sacar tiempo para dar las tutorías personalizadas, mantener el Blog actualizado, subir contenido a YouTube y gerenciar su organización como un canal de becas para estudiantes latinos. Es una suerte de hobbie monumental. Momento de replantearse lo que hace los domingos, estimado lector, ¿no le parece?
Por lo demás, cualquiera que desee colaborar con Ekpa’palek puede escoger, según Clarissa, varias opciones: «ser un tutor, si es que tiene estudios avanzados en posgrado; donar dinero o trabajo, para mantener la página, principalmente; o, en cualquier caso, difundir el trabajo que hacemos, generar más eco sería buenísimo». En el último año, Ekpa’palek atendió a cerca de 100 estudiantes, solo el tiempo dirá si esa cifra se diluye o explota.
Por: Alejandro Lozada
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