La cuarentena ha sido, sin lugar a duda, un momento muy extraño. Para mí este tiempo ha estado colmado de experiencias que jamás habría podido anticipar. Antes del aislamiento social y del virus que lo cambió todo, como es recurrente escuchar, vivía en Bogotá con mi papá y mi hermano, que es muy cercano a mí. Los tres nos mudamos desde Bucaramanga hace poco menos de un año con motivo del inicio de nuestras carreras universitarias. Todo iba bien este semestre hasta que el 11 de marzo la OMS declaró la pandemia. Recuerdo perfectamente que el resto de aquella semana estuvo colmado de incertezas no solamente acerca de qué habría hecho la universidad ante el evento, sino que en casa también tuvimos que enfrentarnos a decisiones difíciles previendo la cuarentena que ya en varios países se había decretado.
Volver a Bucaramanga no fue una decisión que tomara yo solo. Había un trámite bancario muy importante que tenía que hacer allá, que nos permitiría solventarnos en un eventual caso de crisis económica Así que ese fin de semana partí por vía terrestre hacia mi ciudad natal. Me daba mucho miedo ser irresponsable, que fue el temor de muchos de la U a la hora de viajar a sus casas. La responsabilidad que cargaba era grande, me asustaba poder ser portador del virus sin saberlo y estarlo llevando a una ciudad donde no habían casos. Cuando llegué me hospedé en casa de un amigo del colegio, su familia también temía lo mismo que yo y me recibieron con recelo.
El plan era que yo fuese a hacer eso en el banco y me regresara, pero las cosas no sucedieron como planeamos porque cerraron Bogotá, y yo seguía lejos de mi casa. Sin embargo, no me pregunté en ningún momento cosas como “¿por qué a mí?” ni nada de eso, supuse que tenía que asumirlo y ya. De alguna manera me daba esperanza pensar que debía haber alguien a quien le debía estar tocando una situación más difícil. Mi papá pensó que lo mejor era que me quedara ahí donde mi amigo, pero yo sabía que eso representaba un gasto muy grande y me daba pena ser un peso para ellos. Así que cuando se abrió la posibilidad de ir a donde mi mamá a Mogotes, un municipio a tres horas de la ciudad, decidí con mi hermano que lo más sensato era que fuera antes de que comenzara la cuarentena nacional.
El viaje hacia Mogotes también fue complicado, ya no había transporte y la única opción que tenía era movilizarme en un camión de alimentos. Tenía nervios, la última vez que la había visto había sido en diciembre del 2018, por solo un día. Nunca había tenido una relación muy cercana con ella y ahora iba a pasar la cuarentena, un tiempo indeterminado, a su lado. Convivir con mi mamá, conocerla en estos meses pasados ha sido muy bonito. Pasar el primer día de la madre con ella fue... inolvidable, y en últimas todo esto ha sido el resultado del confinamiento, del virus; porque de no haber surgido esto yo habría terminado el semestre con normalidad y seguramente no hubiese tenido siquiera el tiempo para venir a visitarla.
Pero a pesar de todo, la incertidumbre para mí aún no termina. Para mi hermano la situación no ha sido igual de positiva que para mí, se ha sentido deprimido y eso se ha agravado con el comienzo de las vacaciones. Esto se ha convertido en una especie de experimento que nosotros estamos viviendo de dos formas muy diferentes. Para él ha sido más difícil porque siempre hemos sido muy cercanos, así que se ha sentido solo desde que me fui. Seguramente cuando se permita el regreso a Bogotá, a pesar de que la universidad siga dando las clases virtualmente y yo sea feliz con mi mamá, regresaré por él. Siento la responsabilidad como hermano mayor de estar ahí, de acompañarlo y ayudarlo.
La experiencia que he tenido ha sido extraordinaria, en el sentido más estricto de la palabra. Esta cuarentena ha convertido al inicio de la vida universitaria en un momento memorable, tal y como se supone que debe ser. Me ha hecho sentir un espectro de emociones diversas y la recordaré por haber marcado un antes y un después en mi familia.
ESTA HISTORIA FUE COMPARTIDA CON NOSOTROS DE FORMA ANÓNIMA
Adaptada por: Melissa Betancour
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