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  • El Uniandino

¿Por qué Betty, la fea no baja del top 10 en Netflix?



Hace poco empecé a ver Betty, la fea, una serie de 335 capítulos que fue transmitida desde 1999 hasta 2001 y que marcó la historia televisiva colombiana por su éxito. La telenovela narra la vida de Beatriz Pinzón (Ana María Orozco) en una empresa de moda, y nos muestra cómo se enamora de su jefe Armando Mendoza (Jorge Enrique Abello), presidente de la compañía. Betty, la fea fue transmitida en más de 180 países, doblada a 25 idiomas, cuenta con más de 28 adaptaciones alrededor del mundo, ganó varios premios India Catalina y TvyNovelas, y es la telenovela más exitosa de la historia, según el libro de los Guinness Records. Fernando Gaitán, su escritor y director, creó un programa que parece no perder relevancia incluso en épocas como estas, en las cuales ver una tragicomedia es lo último que pasa por la cabeza de cualquiera. Entonces, ¿por qué es Betty, la fea importante en la mitad de una pandemia? ¿Por qué no baja del top 10 en Netflix? Antes de empezarla y sin saber nada de ella, la tildé de ridícula. Me senté a ver Betty, la fea a manera de chiste, con la intención de criticarla y burlarme de las situaciones absurdas con las cuales, seguramente, me iba a topar; en cambio, me encontré disfrutándola, riéndome y empezando a encariñarme con sus personajes. Fue refrescante sentir que tenía el permiso de reírme no en un intento de escapar de la realidad fuera de la pantalla, sino a pesar de las adversidades que parecemos estar enfrentando sea como individuos que como sociedad.


Sin embargo, no fue esa mi reacción desde el inicio. Durante los primeros capítulos me encontré en una búsqueda constante de la razón por la cual ‘perdía mi tiempo’ viendo una telenovela vieja, que parecía no tener un trasfondo real y contiene un humor que puede ser tildado de clasista, racista, homofóbico y machista. Constantemente me preguntaba la razón por la cual aquellos chistes de mal gusto me daban risa y cuestionaba el hecho de si era correcto dejarme reír sin sentir culpa. Después de pensarlo por un tiempo entendí varios puntos que me hicieron entrar en paz con la novela y permitieron que lentamente se convirtiera en mi programa favorito. En primer lugar, me di cuenta de que el humor en Betty, la fea no pretende victimizar ya que, aunque la intención de los chistes que se hacen es ridiculizar a la contraparte, en la mayoría de los casos no se logra este propósito pues el rol de la víctima nunca es completamente asumido por ningún personaje. Es decir, siempre hay un tire y jala que le quita fuerza al propósito de ‘disminuir’ al otro. Por ejemplo, en diversas ocasiones Armando Mendoza y su inseparable amigo, Mario Calderón, quienes constantemente hacen comentarios homofóbicos hacia Hugo Lombardi –diseñador de Ecomoda– por su orientación sexual y plantean esto como una motivación para alejarse de él, son finalmente dejados en ridículo frente a las repuestas dadas por Lombardi a estas agresiones. En otras ocasiones Patricia Fernández, secretaria y célebre personaje de la serie, hace chistes racistas, de burla hacia la gordura, mal vestimenta y estatura de varias compañeras de trabajo; sin embargo, los personajes aludidos nunca desaprovechan una oportunidad para reprocharle la flojera y las mentiras constantes que dice. Así, el humor se convierte en una manera de comunicación; y este intercambio, que pretende ser ofensivo dentro del marco de la telenovela, no logra serlo fuera de la pantalla debido a la capacidad que tiene cada personaje de reírse de sí mismo y, por tanto, de dar lugar al cambio de registro de estas ofensas. El que no se toma en serio en la telenovela no sufre por la burla de los demás.


En segundo lugar, empecé a reconocer el humor como una herramienta narrativa. Aquel tire y jala mencionado permite establecer una conexión más cercana con la telenovela, pues ‘los malos del paseo’ en realidad no son del todo malos. Betty, la fea muestra el lado humano de aquellos personajes que tienen el potencial de ser “villanos” y también actitudes maliciosas de los que se supone que debemos querer. Al facilitar la identificación con los personajes, Fernando Gaitán logra crear una relación casi inmediata con el espectador; esto es fundamental al analizar el éxito de esta telenovela, pues, a pesar de que Betty, la fea refleja a la sociedad colombiana de su momento, contiene personajes que también muestran actitudes y experiencias universales y transgeneracionales. Esta es una de las razones por las que esta serie llegó a tener tanta relevancia en su tiempo y una herramienta fundamental que le aseguró a Fernando Gaitán su éxito a nivel mundial.



En tercer lugar, comprendí el humor como una manera de ridiculizar a los agresores. Betty, la fea contiene personajes estereotípicos de la sociedad colombiana y resalta muchos de los defectos ligados a estos; el guionista, como dicen por ahí, no dejó títere con cabeza. Dentro de esta telenovela la intención de los chistes, más allá de mover la narrativa o volver entretenido un intercambio entre personajes, se vuelve también una forma de quitarle valor a estos insultos, no solo dentro de la serie, sino por fuera de ella también. La persona que ve la serie y presencia, por ejemplo, el maltrato de Armando hacia Betty en el ámbito laboral observa la exageración y dramatización con la cual se representa generalmente, esto le permite reflexionar y entender el acto como ridículo e ilógico. El espectador sabe que se trata de una parodia. Es de esta forma –mediante la burla al victimario– que Gaitán logra quitarle fuerza y poder a las personas que tienen aquellos comportamientos en la vida real. La risa se puede convertir en una herramienta fundamental para atacar y subvertir problemas culturales dentro de la sociedad. El rasgo anterior excusa, de cierta manera, muchas de las situaciones presentadas; no obstante, siguen habiendo conductas que son inaceptables en cualquier contexto, como la mirada pervertida del Doctor Gutiérrez, la concepción que tiene Mario Calderón acerca de las mujeres y acusaciones de abuso sexual falsas por parte de Patricia Fernández. A pesar de ser inadmisibles, son reales; y, en dicho sentido, es importante rescatar que, en vez de intentar eliminar e invisibilizar estos comportamientos, está bien que se vean reflejadas en programas como estos, aptos para cualquier clase de audiencia, y aún más que produzcan aquella sensación de desagrado. Betty, la fea logra hacer una parodia de muchas situaciones que hoy en día son tabú y abre la puerta para pensar sobre ellas. De igual manera, refleja a una sociedad que todavía tiene muchos de los comportamientos anteriormente mencionados por estar enraizados culturalmente, y abre la discusión acerca de cómo eliminarlos.


Esta telenovela, aunque debe ser vista con ojos críticos, no puede ser disfrutada si no se adopta el comportamiento ‘fresco’ de los personajes, que constantemente demuestran que una de las mejores herramientas para no darse mala vida es no tomársela tan en serio, pero ¿cómo hacer eso después de un año como el anterior? El 2020 nos dejó a todos con un sin sabor en la boca, desesperanzados. La pandemia afectó al mundo entero. Hubo muchas familias que no tuvieron recursos para sustentarse durante el encierro y que se enfrentaron a la pérdida de trabajo y oportunidades, nos enfrentamos a la incertidumbre frente al número de enfermos y las muertes que nos impactaron. Yo me encontré en un estado de aflicción constante y el intento de salir de él me hacía sentir culpable, hasta que empecé Betty, la fea. La razón por la que esta telenovela me gusta tanto es porque dentro de un mundo con personajes que tienen vidas llenas de tanta tragedia –Sofía y la amante de su marido, Armando y los dilemas éticos que se le presentan– son todos capaces de reírse y utilizar el sentido de humor como apoyo para no caer en la desgracia.


Hay muchísimas cosas que se pueden rescatar de Betty, la fea. Se podría hablar del amor propio que, como Betty nos demuestra al final, es necesario para obtener lo que uno realmente se merece, o escribir acerca de cómo la cultura colombiana, con sus aspectos positivos y negativos, se ve reflejada en los valores de cada personaje, su manera de hablar y proceder; la telenovela, además, trata temas como la corrupción y el machismo, importantes para su época y la actual, no solo en Colombia, sino en el mundo entero. Se podría también reflexionar acerca del poder del humor y cómo burlarnos de la burla le quita el poder a las ofensas; o, si se parte de tomar a Betty, la fea como registro de comportamientos que en algún momento fueron aceptables, se podría analizar cómo lo que consideramos permisible ha cambiado. Gaitán es creador de una parodia que con chistes logra quitarle valor a aquellos abusos verbales que de otra manera lograrían hacerle daño a las personas que pretenden ofender. La risa ridiculiza a los agresores y es, a su vez, un recordatorio de que esta herramienta es fundamental para sobrellevar cualquier situación y salir adelante, no solo como indivíduos, sino como sociedad. Por todo aquello, esta telenovela, que a primera vista parece no tener un trasfondo relevante y maneja un humor clasista, racista, homofóbico y machista, es la telenovela insignia de Colombia y no baja del Top 10 en Netflix.

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Por: Salomé Rubio



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