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  • El Uniandino

El perreo: de la protesta social a la emancipación corporal

Que el reggaetón es un género que resalta los estereotipos y el patriarcado es una realidad apenas obvia y sabida por todos. Que no representa los ideales de una sociedad razonable y crítica, también es cierto. Pero en nuestro mundo real, habitado por seres pasionales y contradictorios, parece un camino necesario. Antes de criticarlo, reivindiquemos todas las bondades que el género ha traído a nuestras sociedades. Dios bendiga el reggaetón, amen.


Recordemos que el reggaetón como motor sensorial viene de otros géneros más contestatarios: el rap y el hip hop. El primer disco de Daddy Yankey en 1997 dista mucho de lo que fue en 2004 con el éxito casi mundial de su “Gasolina”: más cercano al rap, la denuncia social, una crítica a la violencia del bajo mundo puertorriqueño, y la desigualdad inherente. Este disco fue producido y presentado por el Big Boss en 1997, llamado como ‘el cartel de yankee’, pues presentaba en sociedad a artistas que luego serían estrellas como Hector el Father & Tito El Bambino. “Los chamacos hablan de política, de salsa vieja, de Nueva York, de los camarones que anoche les tumbaron su derecho… de que los ricos van pa’ arriba y los pobres pa’ abajo”. Así inicia el disco. De ahí al 2004, los valores del perreo se habían transformado 180 grados.


Y es que el reggaetón encanta desde principios de siglo en el mundo por librar una batalla global, material y mental –y triunfar– contra el ‘deber ser’, un modelo que inició en el siglo V d.c con el ascenso de la Iglesia católica. Sí, la apostólica romana. La misma que estableció las coronas que constituyó las colonias americanas, y su moral hermética.


La música es en muchos sentidos una manifestación de la personalidad, en la que se encauzan ciertos valores que usted tiene o le gustaría tener. El género urbano se decanta absolutamente por el primero: le dice lo que piensa, lo que le gusta, lo motiva a conducirse por sus pasiones más primigenias. El dembow es ese ritmo atractivo e irresistible que despertó el interés de cientos de jóvenes a principios de nuestro siglo, cuando los discos quemados con las primeras canciones de Daddy Yankey, Tego Calderón, entre otros, llegaron a Colombia a través de los puertos y las conexiones con Panamá. Fue cuestión de meses cuando las emisoras le empezaron a apostar al reggaetón y romper con él los oídos de sus usuales, tradicionales y quizá conservadores oyentes con este degenerado y vulgar ritmo.


Pero si bien el ritmo entró a nosotros a través de la euforia y la pasión, con un mensaje de libertad frente a la normatividad del deber ser de una señorita o un caballero, su entrada triunfal fue producto de las constantes migraciones y conexiones en el Caribe, en la mezcolanza por encontrar una identidad y una participación libre de los esquemas coloniales y extranjeros.


Con el Canal de Panamá (1881-1914), por ejemplo, las conexiones entre el Caribe fueron mucho más cercanas por la mano de obra caribeña recién llegada. Es el caso de los cientos de jamaiquinos que llegaron al istmo. Una raíz semejante tuvo la salsa con los latinos en Nueva York, el reggae, entre múltiples otros cuyos mensajes ‘escandalosos’ son un poco más implícitos.


Pero el reggaetón fue más allá porque dio un limbo en el que las personas fueran sinceras con sus institos inmediatos: la seducción, el sexo, el movimiento y la euforia. Por supuesto que en aquel tiempo se trataba de un tabú y la mayoría de disqueras o emisoras no querían relacionarse con estos ritmos obscenos que escandalizaban a la mayoría de sus típicos clientes. Hay que decir que su orígen bajo también tuvo que ver en la reputación inicial que tendría el género. No serían bien vistos sino hasta, por ejemplo, en el 2004, cuando doce artistas presentados como los 12 discipulos –gran blasfemia–, serían invitados a los Grammy Latinos.


El llamado ‘mejor álbum de varios artistas de reggaetón de todos los tiempos’ lleva el mismo nombre de los elegidos para llevar el evangelio del cristianismo. Sin duda, una comparación deliberada de los productores de Diamond Music de la mano de Eddie Dee, DJ puertoriqueño. Los discípulos eran Daddy Yankey, Ivi Queen, Tego Calderón, Julio Voltio, Vico C, Zion y Lennox, Nicky Jam, Johnny Prez, Gallego y Wiso G. El grito de amazona de Ivi Queen al proclamarse la diva, la potra y la caballota aparece por primera vez en este álbum, en la canción “Quítate tú pa’ ponerme yo”'.


Con el tiempo, el reggaetón tuvo tanta acogida que en 2017 una canción de reggaetón llegó a ser la primera canción en español en la lista de Billboard: “Despacito”. En español, esta victoria no se tenía desde 1996 con “Macarena''.


Y cuando decidimos sincerarnos con el género y su mensaje, llegó un nuevo paso: la conciencia de despojarnos de esquemas sociales y el uso de la música como herramienta social. En el 2019, en las protestas por la renuncia del gobernador Ricky Rosselló, acusado por corrupción y mensajes filtrados en los que difamaba el nombre de figuras públicas en la isla, hubo un boom de protesta con la música como altavoz. Frente a La fortaleza, la sede del gobierno en Puerto Rico, estaban los artistas René y Bad Bunny, entre otros, y entre la gente se escuchaba el reggaetón y el perreo en la protesta. El periodista puertorriqueño Jorge Rivera Nieves anunció en la celebración por la renuncia del político una popular frase: “el perreo intenso acaba de comenzar”.


Hay que recordar que Puerto Rico ha sido una colonia de Estados Unidos desde 1898 cuando se la raptaron (como si fuese un objeto) a España. En 1953 pasó a ser un "Estado Libre Asociado". Hoy en día la isla protesta por su condición ante el Comité de Des-colonización de la ONU, pues no tiene participación como país independiente en la región. Siempre ha sido una isla explotada por el comercio de la caña de azucar desde el XVl y la importación de los esclavos negros para trabajar en las plantaciones. Antes del estado libre, había un gobierno civil establecido por el presidente, quien mantenía el monocultivo de la caña de azucar y el control de los recursos económicos.


A pesar de las restricciones políticas, son la cuna del reggaetón: en los tiempos que corren, librarse políticamente tiene más que ver con lo cultural que por una serie de emancipaciones y revoluciones fallidas, como en el siglo pasado. Una especie de soft power, un término que los politólogos acuñen a la capacidad para incidir en las acciones políticas e intereses mediante medios culturales.


Y es que el reggaetón es un producto de nuestra latinidad: sí, con las pasiones, pero también con las contradicciones, el sincretismo de varias culturas, las culpas religiosas y la necesidad por el despojo colonial. Si no fuese por la educación católica, qué sería del atractivo del reggaetón. La prohibición genera atracción. Y de esta normatividad están atestadas las letras del perreo: de lo que no debería usted pensar al ver una persona, de lo que no debería usted hacer con una persona, de lo políticamente incorrecto e inmoral. La industria musical le debe una ofrenda cuantiosa a la iglesia católica. Dios bendiga el reggaetón, amen.


En 12 discípulos, Nicky Jam canta: "Ellos tienen un idioma y yo tengo varios. Se siente mi flow por donde paso. Con un micrófono y 12 hermanos en el mismo brazo”. Puerto Rico no participa como país soberano y activo en el plano internacional bajo la sombra de EEUU, pero en la música resuenan en el mundo. Y crearon un movimiento, pese a que este nos represente o no.


 

Por: Gabriela Herrera



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