Santiago Cruz es estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad de los Andes. Aquí su columna "Ni claro Ni Oscuro. Un café bien tibio por favor". Para contestar la columna envía tu propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.
Nuestro presidente Iván Duque ya se ha hecho fama de hacer nombramientos cuestionables y designar a personas poco preparadas en cargos de alto calibre. Los más recientes pueden ser el nombramiento del coautor de su magnum opus, “La Economía Naranja”, como ministro de cultura. O también el nombramiento de la hija de Alicia Arango como codirectora del Banco de la República a pesar de que claramente no tiene ni el recorrido ni experiencia para ocupar este puesto, claro sin desacreditar su conocimiento en economía. Sin embargo, que Duque haya dejado en mi imaginario a Diego Molano, nuestro nuevo ministro de defensa, como el hombre que ocupa el cargo por “haber nacido en el Hospital Militar” me generó ciertas dudas. ¿Nuestro presidente siempre habla así? Así que con ánimo investigativo y algo masoquista decidí ver su obsoleto programa “Acción y Prevención” por varios días seguidos. ¿Habrá todavía personas que ven de lunes a viernes a nuestro querido presidente en televisión nacional? Realmente lo dudo, hasta mi abuela, una mujer de 83 años y fiel seguidora de nuestro presidente se cansó de ese programa por allá en agosto. ¡Agosto! El programa pasó de ser una herramienta útil para informar sobre la crisis del COVID-19 a un aparato de publicidad donde el Gobierno puede promocionarse sin ningún tipo de oposición, se presentan apartados de proyectos adelantados y se dan promesas para más. Las dos frases que más escuché en las 4 horas de mi vida que dediqué a ese tedioso programa fueron “Gracias presidente” y “Vamos a hacer”. Para mí fortuna Iván le pasaba la palabra a miembros de su gabinete o a alcaldes beneficiados por sus proyectos, que convenientemente siempre pertenecen al Centro Democrático o la coalición del Gobierno. En medio de todas las palmaditas en la espalda y anuncios no se menciona ninguna de las muchas necesidades que pasan los colombianos, ni la violencia que azota al país, ni la corrupción, ni los millones de problemas por solucionar. Estaba más alineado con la realidad nacional “Tu Voz Estéreo” que este pasatiempo de nuestro presidente.
Aunque Colombia tenga sus defectos, que son bastantes, y a veces sienta que no se respetan del todo, sé y tengo la seguridad de que llegó al poder por voluntad de la mayoría. Es obvio que se presentan irregularidades en las elecciones, pero Iván Duque fue escogido por los colombianos y eso es lo lindo de la democracia. No me imagino la frustración que se debe sentir en Myanmar o Birmania, dependiendo de las visiones del lector sobre el colonialismo, tras el golpe de estado y cese de la transición democrática que el país venía viviendo desde 2011. Para hacer un breve resumen, el país asiático vivió bajo una dictadura desde 1962 con varios intentos reprimidos que buscaban instaurar un gobierno democrático. Esto fue hasta 2011 cuando tras 3 años de presión al gobierno se inició la verdadera transición a un gobierno cuasidemocrático, celebrando las primeras elecciones “abiertas” en 2015. Claro, la Constitución actual del país fue redactada por la junta militar en 2008. Esta constitución, por supuesto, beneficia a los militares y pone bastantes obstáculos para el libre desarrollo del país. La líder detrás de este movimiento democrático es la Nobel de Paz, Aung San Suu Kyi, quien claramente ha sido encerrada, censurada y criticada por su lucha contra el gobierno militar. En noviembre del año pasado el partido de Aung San ganó por mayorías arrolladoras y amenazó con modificar la constitución, lo que al parecer no cayó nada bien entre los acaudalados militares por lo que recurrieron a la clásica jugada de sacar tanques a la calle, declarar fraude e instaurar un gobierno “temporal” para defender la soberanía del país. Como era de esperarse la ONU, el gobierno de los Estados Unidos y cuanta organización existe, salieron a criticar el golpe con el arma más poderosa con la que cuentan, sanciones económicas y Twitter.
Para cerrar con algo más bien divertido y aunque sé que llego bastante tarde a la noticia es imposible pasar por alto al grupo de centennials que golpearon Wall Street en las últimas semanas. Invertir en acciones, especular en bolsa y hacer parte del mundo financiero, siempre se ha visto cómo una actividad reservada para personas en traje o tacones con moralidad ambigua. Pero en medio de la pandemia y el tiempo libre que esta deja para muchos jóvenes con no más de 100 dólares en sus cuentas, se convirtió en un pasatiempo, un casino a gran escala. Su estrategia de inversión es bastante simple, poca investigación, alto riesgo y ver qué inversión puede generar los mejores memes, pues “Stonks only go up”. La compañía que generó este revuelo fue principalmente GameStop, una cadena de tiendas de videojuegos destinada a desaparecer, como Foto Japón aquí en Colombia antes en cada esquina ahora en locales cada vez más escasos y pequeños. Normalmente los que generan las mayores ganancias en la bolsa son los grandes fondos o bancos, que cuentan con cientos de miles de millones de dólares, pero no pensaron en cómo la determinación de miles de desocupados invirtiendo literalmente en un meme, podría generarles pérdidas exorbitantes. Y así fue, GameStop, Nokia, BlackBerry, las meme stonks (acciones meme) caracterizadas por ser inversiones con más valor humorístico que económico superaron expectativas al punto que los brokers intervinieron en las ventas de estas acciones, muy seguramente bajo la presión de los grandes fondos. Puede ser una noticia muy de nicho, pero lo que se está viviendo es histórico, un mercado de capitales donde “apes together strong”.
Un pequeño recordatorio, seguimos en pandemia. Así que por favor cuídense a ustedes y a su familia para que así no tengamos que volver a estar averiguando qué es una UPZ ni que salir en Bogotá sea como girar una ruleta donde las opciones sean cuarentena, pico y cédula o toque de queda. Recordemos que nuestra querida alcaldesa, Claudia López, tiende a avisar sus decisiones con pocas horas de anticipación. Pareciera que casi está improvisando a veces.
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Por: Santiago Cruz. Estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad de los Andes, observador preocupado de la realidad.
*** Esta columna hace parte de la sección de Opinión y no representa necesariamente el sentir ni el pensar de El Uniandino.
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