Juan Felipe Monroy es Magíster en Ciencia Política. Aquí su columna "Meterse en política". Para contestar la columna envíe su propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.
Recuerdo que detestaba cuando, a inicios de cada año académico, en mi colegio me ponían un trabajo sobre mi proyecto de vida. Nunca entendía muy bien en qué consistía y no era fácil pensarme en el futuro. No siempre es fácil saber qué camino elegir para la vida, incluso cuando ya se ha empezado a recorrer ese camino. Pero estoy casi seguro de que no muchas personas jóvenes piensan en el ámbito de la política con emoción y una mirada optimista para su futuro. ¿Quién va a querer meterse en política? Ese mundo que en Colombia se ve envejecido, turbulento, gris, aburrido y de corbata. Con todas las cosas que a diario vemos en noticias sobre la política colombiana, es legítimo que cualquier persona piense que es un entorno repugnante y que cuánto más lejos esté de ahí, será mucho mejor. Sin embargo, aquí traigo un par de ideas sobre por qué sí hay que meterse en política.
En primer lugar, creo que el sistema de corrupción que aqueja a Colombia puede servir como una estrategia política que consiste en lo siguiente. La indignación generada por los actos de corrupción puede a su vez producir dos reacciones en la ciudadanía. Por un lado, organizarse, estudiar el fenómeno, entender sus causas y emprender una lucha colectiva para erradicar esas prácticas; pasar de la indignación a la digna acción, como dice el eslogan del partido Dignidad. Sin embargo, ese es un proceso lento, complejo, desgastante y con muy pocos resultados en el corto plazo. Por otra parte, lo más común es que se genere en la población un sentimiento de hastío, de repulsión que inevitablemente termina en desinterés. Aquí está la clave, si no hay interés, no se buscará información, no se participará, no se hará veeduría ciudadana, etc. De ahí que el camino quede allanado para que el Estado sea cooptado por la corrupción y se repita su ciclo.
Otra razón es que prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida son políticos. Cada vez es menos vigente la idea de la separación entre los ámbitos público y privado. En el hogar, en los colegios, en el trabajo, donde sea hay relaciones de poder interfiriendo en la interacción entre las personas. Y estas relaciones son resultados de decisiones que en algún momento se tomaron, así no sea de manera directa. Aquí estamos hablando de lo político, no como todo lo referente a lo electoral, partidos, candidatos e instituciones, sino a la lucha que cada persona da en todos los ámbitos de su vida por el orden social que mejor le parece, es decir, la decisión que se toma sobre cómo se hacen las cosas, cómo se organiza la vida. Voy a utilizar unos ejemplos muy cortos para ilustrar lo que estoy diciendo.
Si en su casa una mujer es quien tiene la mayor carga de las labores domésticas es porque la sociedad a través de los años ha tomado la decisión de que estas labores de cuidado, que además no son remuneradas, corresponden a las mujeres. Sin embargo, hay luchas sociales organizadas para que esta carga se distribuya equitativamente entre hombres y mujeres y para que el Estado también asuma una parte, es decir, una lucha para organizar la sociedad de manera diferente. Si usted compra frutas y verduras en un supermercado, seguramente comprará productos importados por una multinacional. Por el contrario, si las compra en una plaza de mercado o un fruver pequeño, seguramente comprará productos nacionales producidos por campesinos colombianos. Si un producto que viene de otro país vale lo mismo o incluso menos que un producto cultivado a unos cuantos kilómetros es porque algunos han decidido no proteger la producción nacional, por ejemplo, poniendo aranceles a los productos importados, o no han tomado las decisiones necesarias para reducir el “costo país''. Por último, si un circo o un zoológico utiliza animales salvajes para que la gente se entretenga tomándose fotos es porque ven a los animales como una fuente de negocios y no como seres sintientes y cuya vida debe ser respetada. Todos estos casos son expresiones de un orden específico de las sociedades y no de otros, es decir, un orden que se decidió por encima de otras formas y que se mantiene en constante pugna. Bajo este punto de vista, uno puede no meterse en política, pero la política siempre se va a meter con uno.
Ahora bien, si logré convencerles de ser sujetos políticamente activos se estarán preguntando ¿cómo se hace? Hay muchas formas, que dependen de lo que cada quién quiera. Símplemente puede ser poniendo más atención a los fenómenos sociales que hay detrás de los contextos más cotidianos de su vida, informarse sobre política, investigar sobre candidatos en elecciones, exigir rendición de cuentas a quién le dieron su voto o finalmente organizarse colectivamente, hacer propuestas y competir electoralmente.
Por ejemplo, ahora mismo se están desarrollando las campañas para los Consejos Locales y Municipales de Juventud. Estos consejos, son la máxima instancia de participación política de los jóvenes en Colombia. Allí, pueden participar juventudes de los partidos políticos, o jóvenes que conformen listas independientes. Todos ellos, han asumido el papel de participantes, no de meros observadores. Obviamente, de los Consejos de Juventud difícilmente saldrán políticas públicas grandes o que cambien radicalmente la vida de las comunidades, porque es un organismo político con un poder muy limitado, sin embargo sí sirve para otras cosas. Estos consejos son espacios de incidencia donde canalizar la gran inconformidad de los jóvenes con la política, que se hizo evidente en el último Paro Nacional. Además, es un lugar de iniciación de la vida política activa de este sector de la población, que suele estar muy poco representado en instituciones públicas de más alto nivel. Pensemos por ejemplo, en estudiantes de colegio ¿Ellos por quién están representados en el Congreso? También, estas elecciones funcionan como un medidor aproximado de la conformidad que se tenga con los gobernantes actuales, en forma de premio o castigo. Finalmente, la función más importante y más visible que puedan tener estas corporaciones es la de vigilancia y control político, así como la discusión de agendas territoriales con enfoques diferenciales, sobre todo enfocados en la juventud.
Por esto, los invito a buscar a los candidatos de su localidad en caso de que vivan en ciudades grandes o de su municipio, que se informen sobre lo que están proponiendo y que apoyen a los de su preferencia con su voto el próximo 5 de diciembre. Este es un ejercicio importante para la participación ciudadana en nuestro país.
Por: Juan Felipe Monroy. Magíster en Ciencia Política.
*** Esta columna hace parte de la sección de Opinión y no representa necesariamente el sentir ni el pensar de El Uniandino.
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