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El Uniandino

La nueva decana de la facultad de ingeniería

Actualizado: 14 sept 2020



El Uniandino entrevistó a Rubby Casallas, la primera decana de la Facultad de Ingeniería, días antes de ocupar su cargo. La profesora titular y ahora decana, estudió ingeniería de sistemas y computación en la Universidad de los Andes, tiene una especialización en la misma universidad en sistemas de información en la organización y es PhD.en informática de la Universidad Joseph Fourier, Grenoble I.


¿Cómo fue el proceso de selección para ser decana y cuáles son los retos de la carrera académica?


Para la selección, el rector organiza una comisión para estudiar las candidaturas. La comisión está conformada por las dos vicerrectorías: la académica y la de investigación, un profesor de la facultad y un miembro del Consejo Superior. Luego uno debe candidatizarse, yo no había pensado en hacerlo, pero empecé a recibir mucho apoyo de profesores y colegas. Éramos seis candidatos, cinco hombres y yo. Debíamos entregar un documento sobre lo que pensábamos de la facultad, sus retos y nuestra hoja de vida. Siguieron las entrevistas y finalmente la comisión me recomendó al Comité Directivo que preside el rector, allá tomaron la decisión.


En el 2019-2, solo el 32% de los estudiantes de pregrado de ingeniería eran mujeres, esa cifra aumentó apenas un punto porcentual para el 2020-1, ¿cómo lograr una distribución más equilibrada entre hombres y mujeres?


Ese es uno de los grandes retos. Por el lado de las estudiantes, hay diferencias importantes entre las ingenierías. Por ejemplo, en ingeniería ambiental es más del 60%, ingeniería química también es más alto, al igual que biomédica. sistemas es la más baja, apenas alcanza el 13%. En ingeniería mecánica también es muy bajo y además no hay ninguna profesora mujer. Entonces, ¿qué estamos haciendo? Y, ¿qué toca seguir haciendo? Hay que trabajar desde temprano con los colegios a través de charlas y explicaciones de los campos de acción, cuando las chicas están en el colegio y alguien les dice “hay carreras de hombres y carreras de mujeres y las ingenierías no son carreras de mujeres”. Hay que luchar contra esos estereotipos porque cualquier carrera puede ser para cualquier persona. Eso está mandado a recoger, es importante entender que hoy en día, los problemas que resuelve la ingeniería, son problemas complejos que necesitan a muchas personas trabajando juntas en distintas áreas. Se tiene que trabajar en equipo, relacionarse unos con otros.


Eso en cuanto a los estudiantes. Sin embargo, ¿cómo se revisa y se mejora el tema de las profesoras?


Las profesoras somos como el 22% según este boletín [estadístico de la universidad]. Durante 70 años ha habido muy pocas profesoras y pues toca salir a buscarlas porque es un problema mundial. El problema no es sólo en la Universidad de los Andes, el asunto es del STEM, que son ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Por otro lado están las carreras académicas, porque atraer a mujeres hacia las ingenierías que además quieran hacer una carrera académica es difícil. Esos estereotipos también están cambiando en las mujeres que hay ahora en la facultad, la gran mayoría tiene familia, tienen hijos y aún así pueden conjugar las dos vidas, eso pasa porque también los roles de los hombres están cambiando, las nuevas masculinidades. Entienden que la vida de las familias es de los dos, que el cuidado de los hijos es de los dos, que la cuidadora no es sólo la mujer.


Quisiera preguntarle sobre los desafíos que se encuentran las mujeres una vez están en el campo. Por ejemplo, usted fue la primera profesora titular y hasta ahora la única, también la primera decana en la historia de la facultad, ¿cómo se derriban los obstáculos para que las mujeres alcancen promociones y cargos directivos?


Es un tema complejo porque la mayoría de los hombres y algunas mujeres ni siquiera ven el problema. En el caso de los estudiantes, a mí me encanta la campaña de No Es Normal porque hace reflexionar sobre temas que no se habían planteado. Yo creo que esas barreras se acaban si cuando hablamos de género no solo hablamos de mujeres porque pareciera que “género” es el problema de las mujeres. Yo me imagino y es lo que voy a intentar hacer en la facultad, es que podemos conversar con hombres, colegas que están interesados en que la situación cambie y estén interesados en escuchar a las mujeres.


Hablemos sobre la facultad de ingeniería, ¿cuáles cree que son sus retos? ¿Qué propone para solucionarlos?


Hay unos retos inmediatos derivados de la pandemia que debemos identificar pues no sabemos bien qué va a pasar. Hay muchas incógnitas aún, concretamente, sabemos que hay una disminución de los estudiantes. Eso de alguna forma afectará a las finanzas de la universidad y de la facultad. Los Andes es una universidad privada, los recursos de la universidad vienen de las matrículas y los recursos que llegan de donaciones son para las becas de algunos estudiantes. Nos va a tocar ser creativos para atacar ese problema y poder conseguir dinero para la investigación. Relacionado con la pandemia también está la virtualidad. El reto es que la educación que estamos impartiendo siga siendo de alta calidad. Se hizo un trabajo muy extenso en junio y julio con todos los profesores para que, estudiando y trabajando, aprendieran a hacer clases virtuales. Cuando llegó la pandemia el profesor puso la cámara y empezó a dictar su clase, pero eso no es sostenible. Hay nuevas metodologías, tecnologías y otras maneras de evaluar. La forma de relacionarse con los estudiantes es muy importante. Es importante acompañar a los profesores, también a los estudiantes, queremos saber cómo se están sintiendo, comportando, interactuando. Queremos saber qué les está pasando. Para eso, la universidad definió la “política de situaciones difíciles y ajustes razonables”.


A largo plazo, hay que trabajar en varios temas. Por un lado en la formación de los ingenieros. Además, tiene que haber más computación en general, no es suficiente con un curso de programación. En realidad me parece importante para todas las carreras, pero en particular para los ingenieros. Luego, viene la relación con ciencias, queremos fortalecer la relación y lograr que los estudiantes puedan explicar fenómenos con la ciencia.


Tenemos la oportunidad de hacer más programas virtuales. Una de mis metas concretas es crear una escuela de posgrados virtuales interdisciplinares, donde participen varios departamentos e invitar a otras facultades. Hay un mercado de habla hispana muy grande y deberíamos llegar a ese mercado con cursos de muy buena calidad, con esquemas flexibles. Detrás de todo esto tiene que haber una colaboración y participación de todos los colegas. En mi escrito dije, y lo sigo sosteniendo, que nadie va a hacer un milagro, se tiene que hacer un esfuerzo colectivo para que las cosas se den. Cada uno va a tener que poner de su parte, sobre todo en esta situación, pues debemos entender que el mundo cambió y varias cosas no van a ser iguales.


Y frente a las necesidades actuales, ¿qué rol juega hoy la facultad?


La facultad de ingeniería debe producir investigaciones que le sirvan a la sociedad en general. Hay muchas investigaciones a las que es difícil verles la utilidad inmediata, pero que más adelante pueden resultar en cosas muy importantes. Por supuesto debemos tener en cuenta los problemas locales y actuales, los problemas de la ciudad, entender todos los aspectos del comportamiento del virus. Hay muchos temas donde la ingeniería puede intervenir y ya hay algunos proyectos andando. Hoy lo más crítico es el planeta, tenemos que ver cómo contribuimos para ser más sostenibles desde ingeniería. Yo me sueño una facultad que hace propuestas, que investiga para tratar de resolver desafíos que nos impactan a todos, para eso hay que tener buenos investigadores, hay que tener buenos laboratorios de investigación, y hay que tener muy buenos estudiantes que quieran trabajar.


Una de las barreras más grandes es trabajar de forma interdisciplinaria. Abrirse a trabajar con otros, a escuchar los puntos de vista de los otros. Proponer espacios extracurriculares y multidisciplinares es muy importante. Recientemente se creó SinfonIA, un centro de pensamiento artificial, ahí todos los profesores podrían participar en sus actividades, nadie es dueño del tema. El rol de una decanatura es propiciar que las cosas pasen y es lo que yo intentaré hacer para ir viendo cómo armar una conexión que nos permita superar estas barreras de estar detrás de la pantalla.


¿Qué espacio ocupa la colaboración con sectores externos? ¿Cómo el conocimiento de la academia puede ser útil para la empresa, la industria y el sector público?


Siempre estará el reto de trabajar con el sector externo: para hacer proyectos juntos, para hacer formación, para que ellos nos cuenten sus problemas y podamos usarlos para que se vuelvan proyectos de cursos. Es importante esa relación para que los estudiantes que estamos formando puedan entender el mundo en el que van a salir a trabajar. Por ejemplo, los foros de divulgación son espacios para contarle al sector externo las cosas que se están haciendo en la facultad. Hay que hacer una mezcla entre lo científico y teórico y la realidad, los problemas y la práctica. Esos “clicks” son necesarios. Por eso la importancia de las dos vías, nosotros tenemos la responsabilidad de transmitirles a ellos el conocimiento de manera sencilla, en modo divulgación y a la vez trabajar con ellos para entender los problemas y proponer soluciones.


¿Cómo acercar a los estudiantes de ingeniería al lado más humano de la universidad? ¿Es una prioridad?


Antes se llamaban “habilidades blandas”, ahora se les llama “habilidades esenciales”, me gusta más llamarlas así. Es esencial poder hablar, poder escribir, trabajar en equipo, el pensamiento ético y el pensamiento crítico. Hay que promover eso en todos los cursos, no solo “el curso de ética” o “el curso de escritura”, por eso esta aproximación de la transversalidad que siempre ha sostenido la universidad. Con respecto a los estudiantes de ingeniería, creo que en algún momento pasó que volcamos la investigación a los estudiantes de posgrados y sin planearlo excluimos a los estudiantes de pregrado. Ahora nos toca devolvernos para que adquieran las habilidades de investigación y además le cojan el gusto para seguir carreras académicas, ahora nos toca corregir y devolvernos. Por eso el programa de los monitores de pregrado de investigación es muy acertado y se debe promover más.


Tres elementos para definir su proyecto de decanatura, ¿cómo quiere comenzar su gestión?


Lo primero es la necesidad del trabajo colaborativo, construir un futuro de la facultad entre todos. Se deben romper varias barreras: que cada uno se pueda expresar y pueda conocer lo que opinan los demás y, por otro lado, que sienta que los demás lo respetan. No nos podemos quedar solos en los escritorios esperando a que las cosas sucedan, debemos participar. Lograr esa participación no es fácil, toca aprender a comunicar, a organizar. No hay ningún decano ni decana que haga milagros y que se las sepa todas, debe salir de una construcción colectiva. Lo otro es buscar espacios para que los estudiantes investiguen, para que hagan prácticas en empresas, para que se vean con estudiantes de otras carreras. Que aprendan el valor de la interdisciplinariedad y el valor de la curiosidad, y no dejar que la vida los vuelva obsoletos rápidamente. Lo tercero tiene que ver con la consecución de recursos para hacer investigación, con las maestrías virtuales.


También me parece importante el tema de la computación, que cualquiera, no importa de qué carrera sea, sepa programar y que además sepa usar las herramientas adecuadamente. Yo pienso que debería haber una facultad de computación.


 

Por: Camila Gutiérrez Gongora y Susana Echavarría Medina


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