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El Uniandino

I Know This Much Is True: ¿Cómo enfrentar al vacío?

Actualizado: 11 oct 2020




Creo que no hay nada más desesperante que enfrentarse al sin sentido de la vida en la microesfera de las relaciones. Es más fácil asimilar que la vida no tiene sentido en el infinito en el cual solo somos partículas de polvo, es incluso liberador, nos quita la carga del agobiante deseo de trascender, pero sobretodo, creo que es más fácil encontrar una solución y vivir con propósito mediante lo cercano a nosotros: las relaciones interpersonales. Pero… ¿qué pasa cuando estas relaciones son caóticas y no sirven para hacernos sentir reconocidos? O, peor aún, ¿que hacemos cuando estamos completamente solos? Esta respuesta es mucho más difícil (yo aún la estoy buscando) y para muchos esto desemboca en un sentimiento aterrador de vivir en la absoluta desprotección del vacío. Es sobre este punto donde siento que reflexiona Derek Cianfrance, autor de filmes como Blue Valentine (2010) y The Place Beyond the Pines (2012). Este año Cianfrance nos presenta el más azul de sus trabajos: I Know This Much Is True (2020), una auténtica tragedia griega moderna, producida por HBO y basada en la novela de Wally Lamb, narra la historia de cómo Dominick, un hombre en la mediana edad que fracasa en casi todos los aspectos de la vida, se enfrenta a su realidad y cómo lidia, entre muchas otras cosas, con su gemelo esquizofrénico.


En primer lugar, es un deber moral destacar el magistral desempeño de Mark Ruffalo interpretando a los dos gemelos, que es uno de los elementos más fuertes de la obra. La empatía y la autenticidad que transmite permiten en gran parte darle credibilidad a las situaciones terribles que viven los personajes y evita que la fuerte carga emocional de la serie se transforme en melodrama. Los gemelos, parecen eso, dos personas diferentes y no un personaje disfrazándose de otro. Esta impresionante azaña es todo un reto actoral, más aún sabiendo que incluso las escenas en las que los hermanos salen simultáneamente son actuadas por Ruffalo, quien primero grabó las de Dominik y luego subió unos 12 kilos para interpretar a Thomas. No obstante, sus colegas no se quedan atrás y no hay actriz o actor que no haga un excelente trabajo, en particular destaco a Kathryn Hahn y Rossie O‘Donnell, a quienes acostumbramos a ver en papeles de comedia, pero demuestran con toda la altura que no les quedan grandes los dramáticos.



La cruda historia nos conduce a través del camino de redención de un personaje atormentado por los demonios de su pasado y presente, y los desventurados lazos de sangre que lo rodean. Con una épica tragedia generacional inspirada en autores que van de García Márquez a Shakespeare, habla explícita e implícitamente de multiplicidad de temas coyunturales de la posmodernidad tanto de lo concerniente al individuo, como de lo respectivo a la política y sociedad y su inseparable relación. Por ejemplo, trata la soledad, el miedo al dolor y las relaciones líquidas, pero también hace críticas fuertes a los sistemas penales, sus conceptos de peligrosidad y cómo esto genera severos traumas en la psicología de ambos hermanos. Así mismo, habla también de problemas ancestrales aún vigentes, cómo el odio, el racismo, la construcción de la masculinidad y la avaricia, mostrándonos que la vigencia de estos temas son la raíz de muchos de los sufrimientos humanos actuales.


La serie, aunque nos presenta situaciones que convergen de manera improbable y casi surrealista, nos hace sentir comprometidos emocionalmente con el personaje. Primero, gracias a los planos cerrados a la cara de los actores, que nos transmiten la intensidad de sus emociones y a los grandes planos generales en la inmensidad de paisajes naturales para mostrarnos la vulnerabilidad, acompañados de paletas que son cálidas en los momentos en los que hay afectivas relaciones significativas y frías en los momentos de soledad. Segundo, los monólogos internos, las reflexiones realistas y las reacciones erráticas ante situaciones de presión, nos convencen de que el sufrimiento es genuino y no estamos ante un héroe todopoderoso o una criatura celestial a la que la vida ha castigado. Estos detalles, creo que salvan a la serie en sus puntos más dramáticos, evitando caer en recursos fáciles como atraer por la morbosidad que causa las desgracias de los personajes.




Por último, quiero resaltar la conclusión de la miniserie, la cual siento que a diferencia de otros trabajos de Cianfrance, propone pistas para solucionar los interrogantes que ahora, más que en ningún otro punto de la historia reciente, nos hacemos con tanta intensidad: no se puede huir de nosotros mismos, hay que enfrentar el dolor y la soledad cara a cara; lo cual, aunque es difícil, es necesario, ya que ser feliz es una decisión que depende exclusivamente de nosotros, no del destino, no del pasado y sobretodo no de los demás. No podemos esperar que las personas suplan nuestros vacíos, todos estamos aún aprendiendo a vivir y hacemos lo que podemos con nuestros pedazos remendados, pero no por eso debemos enfrentarnos solos al cambio, la ayuda profesional y buscar apoyo en los seres queridos es esencial. Por lo anterior, recomiendo esta serie por su actitud reflexiva frente a la actualidad posmoderna, las grandes actuaciones y la conmovedora historia acerca de la condición humana. Sin embargo, advierto que, debido a su alta carga emocional, no es recomendable para personas que se sientan abrumadas psicológicamente.


 

Por: Manuela Silva


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