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El Uniandino

Democracia participativa o manipulación



“Ojo con el 22” dijo Uribe apenas salió de su hacienda por cárcel cuando una jueza de la República le otorgó la libertad, pero lo mantuvo vinculado al proceso por falsos testigos. “Ojo con el 22” significa simplemente que en ese momento iniciaba la campaña presidencial del Centro Democrático y qué mejor que hacerlo con la figura de su líder libre, el perfecto mártir. Seguidamente, el ex senador lanzó su idea de un referendo para, entre otras cosas, reformar (tumbar) la JEP. No sorprende que junte en una alocución, quizás la que más atención ha tenido en los últimos años, la idea de un referendo y unas elecciones presidenciales, porque de esta manera busca el camino que más le conviene, según sus cálculos, para retener el poder en el 2022: reemplazar el Estado de derecho por el Estado de opinión. Mientras escribía este texto, vi que una familiar compartía en su Facebook una pieza publicitaria de una transmisión en vivo de la congresista del CD Margarita Restrepo, en donde conversaría con Uribe sobre el referendo que desde esa colectividad proponen. El evento se titulaba “El pueblo manda. Un referendo por la democracia”. Es curioso que impulsen un referendo por la democracia si el presidente es de su partido y tienen las mayorías en el Congreso. ¿Acaso están confesando que no son democráticos? Pero más allá de eso, me interesa resaltar que difícilmente encuentren una frase que aliente más la democracia que “el pueblo manda”; el problema es que detrás de esa intención de participación directa de la población hay un interés politiquero, una estrategia electoral que ya saben que les da resultado. Viendo este panorama, increíblemente hay quienes dentro de la oposición le hacen el juego a esa idea. Roy Barreras está presentando otro referendo para revocar el mandato del presidente Duque, además de otros puntos. Los dos referendos tienen puntos rescatables desde lo político, pero eso no quita que su principal objetivo sea servir de plataforma para las elecciones de 2022, lo que en el caso de la oposición sería un error.



El impulsado por Roy Barreras y que ya recibió apoyo de Gustavo Petro sería perfecto sin su propuesta principal. Consiste en cuatro puntos que han sido una agenda común en todos los partidos de oposición y que parece que no se podrían llevar a cabo de una manera diferente a una consulta popular. Tres de estos puntos (renta básica universal, matrícula cero y el mínimo vital pensional) podrían tener un trámite legislativo via Congreso, y de hecho dos de las tres lo han tenido, pero las mesas directivas y las mayorías las han hundido. El último punto (implementación del acuerdo de paz) es un tema ejecutivo, es decir, responsabilidad del gobierno, por lo que no queda tan claro cómo una votación afirmativa, podría darle un vuelco a este proceso, que sin embargo sería diciente como un mandato de la población. Lo que lo hace un referendo politiquero es la propuesta de revocar el mandato a Iván Duque. Uno de los problemas sería que la atención se centraría en esa propuesta, por ser la que traería un cambio más importante. Adicionalmente, es poco realista, pues para que se llegue a una votación antes se debe pasar por la recolección de un alto número de firmas por parte de un comité promotor, la posterior aprobación de la registraduría, además de la aprobación por mayoría en las dos cámaras del congreso, para que finalmente el gobierno (de Duque) defina una fecha que no coincida con otra elección y que las preguntas superen un umbral. De aquí a que todo eso pase ya se le habrá acabado el mandato al actual presidente. Pero lo peor es que es la oportunidad perfecta del uribismo para acusar a la oposición de golpistas, antidemocráticos, terroristas y aliados de la dictadura venezolana, y ese sería, una vez más, el caballito de batalla perfecto para ganar en las urnas. Según creo, impulsar este referendo sería pegarse un tiro en el pie si se tiene la idea de transformar la forma en que este país ha sido gobernado.


Por otro lado, el de Uribe y el Centro Democrático, propone reformar o tumbar la JEP, eliminar las altas cortes y reemplazarlas por una sola gran corte y sacar a los congresistas de las FARC de sus curules; prohibir el porte de dosis mínima de drogas, mantener el ingreso solidario del gobierno de Duque por un tiempo determinado y aumentar las penas para asesinos de líderes sociales así como crear un programa de protección ambiental en zonas “periféricas” del país. Estos son temas que tendría sentido presentarlos en un referendo, pues se llevan a cabo a partir de la expedición de leyes o reformas constitucionales, pero la pregunta es ¿qué sentido tiene hacer todo el trámite que ya describí para que se haga un referendo si tienen el poder del gobierno y una mayoría simple, pero mayoría al fin y al cabo en el congreso?


Mi respuesta es que el referendo es solo una estrategia para conectar a la gente electoralmente desde mucho tiempo antes y con eso llegar con una base muy fuerte de votantes a las elecciones. Además, los temas que proponen también son polarizadores, y en un ambiente radicalizado nos vuelven a meter en peleas que ya deberían estar superadas: la eterna discusión sobre la JEP, que en realidad es sobre todo el acuerdo de paz, y la aún más vieja disputa por la legalidad de la dosis mínima. Prepárense para los argumentos sobre que la oposición quiere llevar a nuestros niños al mundo de las drogas y ridiculeces así. Y como si la pobreza de estos argumentos no fuera suficiente, buscan posicionarlos mediante la herramienta de la consulta popular, es decir, como plataforma de lanzamiento de cara a las elecciones presidenciales, lo que es una estrategia baja. Pero además es miope de parte de la oposición volverse a dejar meter en el juego de la radicalización de la política, en la que el uribismo ya ha vencido en las últimas elecciones.


 

Por: Juan Felipe Monroy. Magíster en ciencia política e integrante de Enlazadas: Red Nacional contra las violencias basadas en género


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