En un universo alternativo en el cual Justin Bieber es negro, hay carros deportivos invisibles y cocodrilos mascota, existe aún el espacio para hablar de desigualdad, discriminación y racismo. Así es el universo de Atlanta, una serie creada, protagonizada y dirigida por Donald Glover –ya le ha valido un premio Emmy cómo mejor serie de comedia- quien, como en su famoso video clip “This is America”, nos presenta un escenario surrealista, cargado de simbolismos para hablar de la realidad de ser afrodecendiente en Estados Unidos. En esta serie Glover personifica a Earn, quien tras abandonar Princeton no encuentra opciones de trabajo aceptables para mantener a su hija pequeña que se encuentra al cuidado de su exnovia; por lo que, al ver que su primo triunfa medianamente en el mundo del rap como “Paper Boi”, le ofrece ser su agente. La serie consta de 2 temporadas de 10 episodios cada una y es distribuida por FX; sin embargo, se encuentra en la plataforma de Netflix.
En principio, el argumento de Atlanta es sencillo, pero no se ve esta serie por su argumento, sino por la forma en que plantea las situaciones comunes. Con toques casi de fantasía, los capítulos sumergen a la normalidad en una vertiginosa serie de eventos extraordinarios que finalmente llevan a una conclusión que solo tiene sentido en la constitución del universo de la serie. Esta serie glorifica la cotidianidad y nos hace pensar lo extraño que es el mundo en el que vivimos, ya que cualquiera de los escenarios es completamente posible en nuestra realidad y son las circunstancias del día a día las que dan lugar a las situaciones surreales tan representativas de la serie. Atlanta, lejos de seguir un patrón típico de narración, opta por la experimentación. No obstante, los primeros capítulos, aunque sí cuentan con los componentes ya descritos, no están tan bien cohesionados como los más tardíos en la serie, por lo tanto, se tornan pausados e incluso lentos. A propósito del estilo particular experimental de la serie, es difícil encasillarla en una categoría, ya que va de un genero a otro, desde el terror psicológico, pasando por la comedia, hasta el falso documental. Incluso, rompe los límites de lo que se conoce formalmente como entretenimiento. La forma más cercana para describir a Atlanta es una experiencia o un concepto; lo único certero es que la serie es impredecible y que cada capítulo ofrece una propuesta completamente diferente a la del capítulo anterior.
Cada capítulo maneja un ritmo y estilo diferente, pero siguiendo una misma historia desde la visión de diferentes protagonistas. Lo anterior permite empatizar con todos los personajes, pues nos muestra su trasfondo y cosmovisión y es posible econtrar un patrón entre todos los personajes: en cada capítulo de un modo u otro deben soportar fenómenos de opresión, ya sea por ser mujer, por nacer en un hogar pobre o generalmente, por ser negro. Es que, entre tantos elementos, el polo a tierra de la serie es la visibilización de qué significa ser negro en Estados Unidos y cómo se lidia con esta situación desde diferentes perspectivas, claramente acompañada de la diversidad de aspectos culturales que ello implica, como por ejemplo el consumo de marcas deportivas y fidelidad a los barberos. El tema está muy bien manejado y no retoma siempre la misma discursiva. La serie entiende que la discriminación racial es multidimensional, si en un episodio habla de la apropiación cultural, en el otro de la educación precaria de las escuelas situadas en barrios negros. Todo casi siempre bien acompañado del humor característico de la serie y tratado de manera realista. Atlanta no se vale de temas coyunturales para hacer reír, si no que utiliza el humor para abordar problemas de los cuales es difícil hablar y les da un tratamiento en tono de crítica, no solo frente a las actitudes de los opresores, sino también de los oprimidos. Adicionalmente, la serie está repleta de easter eggs y se vale de mitos urbanos, enriqueciendo la creatividad y lo divertido de las tramas de cada episodio. Acorde con lo anterior, la manera en que se retrata a la ciudad de Atlanta, es la de un lugar casi fantasioso, la de una ciudad con personalidad propia, que transforma cualquier esquina, recóndito bar, sótano u oficina de tramites burocráticos, en el potencial inicio de una aventura entre los suburbios, los bosques colindantes, o los clubes de strippers.
Sin embargo, la serie también explora otras problemáticas personales de los personajes -pues también es un drama-, las cuales no tienen que ver con su raza, como el manejo de sus relaciones interpersonales y lo difícil que resultan en todas las esferas: familiar, amorosa, laboral, etc. De igual manera, sus personalidades y conflictos están bien definidos, y representados por un reparto muy talentoso, con actuaciones memorables que dotan de credibilidad a las situaciones, incluso las desarrolladas en los contextos más extraños -por ejemplo, la interpretación magistral de Glover, en el episodio “Teddy Perkins”, de una terrorífica versión paródica a Michael Jackson-. Por lo cual, uno llega a empatizar y a estar expectante de sus destinos al final de cada capitulo.
Por otro lado, ¿qué sería de una serie que se desarrolla en la capital del hip-hop y va sobre raperos, sin un buen sound track? Atlanta nos ofrece un recorrido musical del género urbano estadounidense en cada capítulo, abarca desde lofi hip hop, hasta clásicos del rap de los 90. Así mismo, se vale de géneros musicales como el funk y el soul desarrollados ampliamente por la comunidad afrodescendiente y muy en tono con las discursivas de la serie, utilizando las canciones de los diferentes géneros representativos, casi como música de resistencia. Por la misma línea se enfoca la fotografía; por medio de simbologías, muestra los sentimientos y conflictos de cada personaje con la carga racial que siempre viene implícita. Sin embargo, en ocasiones la serie se puede ver sobresaturada de estas metáforas, lo cual hace que algunas situaciones se tornen en un sin sentido bizarro para el espectador, pero esta es la excepción a la regla. Generalmente está bien manejada la construcción de escenas en todas las facetas que ofrece la serie; genera tensión e incomodidad en las partes de suspenso e incluso terror -con escenas comparables a la calidad de Get out (2017)-, un sentimiento de empatía en los momentos más dramáticos y claro, muchas risas en los sucesos más ocurrentes.
En resumen, Atlanta es una de esas series poco conocidas que definitivamente vale la pena ver, o mejor dicho experimentar, pues es sin duda una propuesta innovadora, que en cada capitulo sorprende y sin duda no se sabe qué esperar. La serie propone un viaje por el mundo del entretenimiento, igualable con pocas experiencias de la pantalla chica. Cuenta con una excelente banda sonora, discursivas muy relevantes para el contexto actual, actores excelentes, mucha simbología y un lenguaje cinematográfico de primera. Les recomiendo que le den una oportunidad a la serie si lo que están buscando es algo totalmente diferente a los productos a los que estamos tan acostumbrados.
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Por: Manuela Silva
Diseño: Nicolás Lozada
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